Evitar un despelote
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Gobernar es un acto de responsabilidad, que muchas veces implica tomar medidas a riesgo de que no le guste a una parte de la población.
Esta Semana Santa, el Gobierno y el gabinete de Turismo han hecho una campaña para que la gente deje limpios los lugares de vacacionar.
Esto asombra, pues parecería que no estamos en pandemia y que no hay COVID-19 entre nosotros.
Y no es así.
Con apenas un millón de personas vacunadas, si la población se lanza en estampida a playas, ríos y centros de bebidas y diversión, corremos el riesgo de que aumenten los contagios.
Para evitar tal ocurrencia se imponía una campaña de educación y sensibilización de la población que debió hacerse hace semanas y no se hizo.
Jugar a ser el bueno de la película es populismo temerario en medio de una situación sanitaria que nos hace vulnerables.
Igual pasa con la producción agropecuaria: se abandonaron las políticas de crédito a tiempo y ya tenemos conflictos que podrían llevar a la quiebra a algunos productores y a escasez de alimentos.
La razón es la misma: gobernar es aceptar realidades y una de ellas era mantener las políticas que dieron resultado en el campo, aún fueran del Gobierno pasado.
La próxima semana van a abrir parcialmente las escuelas. Hasta ahora las autoridades no han dado señales e informaciones claras y de confianza de que se hará de manera segura.
La población tiene sus dudas y sobran las razones.
Enfermedad, hambre y mala información no son buena compañía; pero bien, estamos en el Gobierno del Cambio y no sería mucho pedir que sepan que están ahí para evitar un despelote.
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