¡Eso sí debe sorprendernos!
No debe sorprendernos que habiendo aquí cientos de miles de tareas ociosas el presidente alquile tierras en Guyana para sembrar maíz. Es su vocación. Algunos ejemplos lo demuestran.
Quince días después de instalarse, el “cambio” entregó en explotación a la Belfond Enterprise una loma entera—la de Las Filipinas, en Bahoruco— ¿A cambio de qué? Nadie sabe tres años después.
Ese mismo “cambio”—en un contrato oscuro con una compañía internacional igualmente oscura—ha instalado dos barcazas en Los Negros, de Azua, pisoteando a aquellas comunidades.
Es el mismo “cambio” que entregó ¡400 millones de dólares! en un negocio de capa-perros a una compañía extranjera que ya terminaba el malhadado contrato de la carretera de Samaná.
Es el mismo cambio que—sin concurso—contrata una empresa extranjera para que venga a decirnos cómo manejar nuestras aguas.
Es el cambio que pagó decenas de millones de dólares a un asesor extranjero de su campaña del 2020 dizque para asesoría en seguridad y entregó decenas de millones de dólares en un contrato escandaloso, lesivo a nuestra soberanía, a una farmacéutica que entregó vacunas cuando quiso y luego hubo que botarlas o regalarlas.
No debe sorprendernos que quiera sembrar en Guyana quien con importaciones quiebra pequeños y medianos productores nacionales para sacarlos del mercado y beneficiar a los monopolios.
No debe sorprendernos que siembre en Guyana quien tiene una fortuna en paraísos fiscales, endeuda al país sin un plan y en oscuros fideicomisos entrega Pedernales a sus socios nacionales y extranjeros.
Lo que sí debe sorprendernos es que no veamos a comunicadores “independientes”, marcha verde, Participación Ciudadana y toda su corte de supuestos “defensores” del pueblo movilizándose ahora que de manera corrupta sí está en venta el patrimonio nacional. ¡Eso sí debe sorprendernos! ¿O no?
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