Ha quedado claro que la militancia de algunos cuadros del PRM en las filas de la lucha por el 4% para la educación dominicana era pura pose.

Llegado el momento, no han cesado los zarpazos contra las conquistas logradas en el sector entre 2013 y 2020.

Violaciones del Pacto por la Educación. Pretensión de anular la normativa 09-15. Paralización de la inversión en infraestructura. Orientación del curriculum cada vez más hacia lo confesional en detrimento de lo científico y técnico. Violentación de los procedimientos de contratación de personal dirigidos a garantizar cada vez mayor calidad. Regreso de la discrecionalidad y la dedocracia. Interrupción del programa de alfabetización de jóvenes y adultos. Despilfarro del presupuesto…

El rosario de la ineficiencia es largo.

Mientras, no cesa la campaña para convencernos de que se debe recortar el presupuesto a Educación. El presupuesto que mejoró las condiciones de vida del profesorado; que instaló la jornada de ocho horas de docencia casi a nivel nacional y permitió agregar veinte mil nuevas aulas al sistema; que permitió la alfabetización de más de medio millón de personas; que instaló el Plan Nacional de Alimentación Escolar; que fue motor de la economía local y creó decenas de miles de nuevos empleos;que instaló República Digital Educación; que permitió mayor inversión en capacitación docente para la excelencia educativa…

Está muy claro que no es a la educación dominicana a la que “ha quedado grande el 4%”, como insinuó recientemente una  conspicua periodista del cambio. Es al “cambio” al que le ha quedado muy grande el traje del 4%.