Era 25 y septiembre
Era 25 y septiembre. Era miércoles la mañana del incipiente otoño de 1963 cuando los traidores del pueblo madrugaron un Golpe.
Golpe a la democracia, a las libertades sociales, al derecho de vivir en paz.
Golpe agrio y desteñido.
Golpe a las ideas que fastidiaban a los traidores y oligarcas.
Y oligarcas traidores.
Golpe a la dignidad y autodeterminación de un pueblo.
Golpe de sangre que reveló las miserias de los miserables.
Golpe que estremeció la América sufrida.
Gritaron todas las voces, las pasadas y las de entonces,
las voces indígenas, las voces criollas, las voces africanas,
las voces de los esclavos que atiborraron de sangre la tierra,
la sangre que la injusticia hizo correr.
Festejaron los traidores,
se pavonearon los traidores,
traicionaron los traidores.
Cortaron la arboleda, mas no pudieron arrancar las raíces.
Vive Bosch, como viven Duarte, Pedro Albizu, Martí, Bolívar, Atahualpa y Túpac.
Viven a través de las ideas.
No han podido con ellas los traidores y su infamia.
Aunque, para desgracia de los pueblos, se reeditan los traidores,
entonces y todavía
festejan los traidores,
se pavonean los traidores,
traicionan los traidores.
Duarte lo preconizó, en el fragor de la construcción de esta Patria, que hoy llamamos República Dominicana:
“Mientras no se escarmiente a los traidores, el pueblo seguirá siendo víctima de sus maquinaciones”.
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