Reconectar, dicen por ahí, sería la acción clave para que el PLD vuelva a ganar unas elecciones. Esto así porque el PLD estaría vacío, “descargado de las mercancías políticas” que el pueblo quiere consumir: gente nueva con etiqueta nueva e ingredientes nuevos. 

El pueblo ha cambiado, alegan, ya no consume igual, aunque -esto lo digo yo-, las necesidades insatisfechas siguen siendo las mismas.

¿Qué habría cambiado entonces en la sociedad, en el pueblo dominicano, en la gente, a la hora de comprar los alimentos, las medicinas, al momento de alquilar dinero en el banco, de contratar servicios, de escoger la tienda online o el candidato a lo que fuere en unas elecciones?

¿Qué la mueve a decidirse entre muchas opciones? La respuesta habitual contendría muchas de las siguientes: precio asequible, disponibilidad siempre, no ser engañado con la calidad o constancia en la calidad, ser atendido con diligencia, cariño y decencia, tiempo de entrega razonable y seguro, recibir la satisfacción esperada y una durabilidad garantizada.

Los bajos salarios o ingresos en los hogares, la escasa protección social de las personas, hogares y empresas, los lleva, no por libre elección, a comprar cualquier marca y a dejar de ser leales. La verdad sería que no les importarían las marcas, sino su satisfacción; que no les importarían las marcas, por lo que compran marcas blancas, también genéricos, por escasez de dinero. Ofrecidas esas marcas blancas por tiendas, farmacias y supermercados, lo que estaría importando sería poder consumir el bien o servicio.

Con la privatización de la política, que vacía e iguala de contenido a los partidos y que empobrece las opciones con votantes desprovistos de fuerte poder de compra, se pretende que los votantes también cambien la manera de consumir política y, en consecuencia, convertir a los partidos en marcas blancas.

Hacia allá iría la migración de los votantes y la pretendida reconfiguración del mercado electoral.

El propósito político se reduce a vender-ganar participación en el mercado político, no a la rentabilidad-transformación social. De esto último no se habla. Yo sí lo haré, pero en otra ocasión.

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