
El horrible sabor del caos
El caos como medicina. El miedo como anestesia. La guerra como terapia. El odio como estimulante. Y el otro como enemigo.
Quien se cree fuerte o lo es, crea el conflicto y lo escala, confiado en que ganará a sus competidores.
Hoy las bolsas de valores se hunden. En Asia. En EE.UU. En Europa. Allí donde están invertidos los fondos de pensiones de millones de jubilados y los ahorros de millones de ciudadanos.
La producción industrial en Alemania se desploma. Las compañías pequeñas seriamente afectadas. Cae el precio del petróleo. Se dispara el oro.
JP Morgan estima que un millón y medio de empleos se van a destruir en EE.UU.; el desempleo pasará de 4.2 actual a 5.3 %. A diciembre 2025. La inflación subiría desde el 2.7 % actual a 4.4 %. Crecimiento -0.3 %. Estanflación. Lo peor que podía pasar.
El absurdo se normaliza como dolor necesario para el parto de unas relaciones económicas menos fraternas, menos humanas.
El Proyecto La Cruz de Manzanillo lo han caotizado. El gobierno PRM. En el gobierno PLD exportaba 25 furgones de banano cada semana con 17 mil tareas sembradas. Suplía empleos y alimentos a la provincia Montecristi. Hoy no exporta nada. Caotizado con la intención de cambiar la propiedad estatal (del pueblo) a propiedad privada de lumpenes.
Capitalismo salvaje. Sin prendas democráticas. Sin maquillaje.
Generar caos para lanzar soluciones grandilocuentes, extremas, inaplicables, que traen desasosiego.
Mientras, la lumpenpolítica celebra apresurada. Analfabetos políticos que farandulean proclamas para masas que han estupidizado ellos mismos manipulando sus emociones.
Terroristas del sosiego.
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