Donde ellas decidan
No importa el país, el proceso parece ser el mismo.
No importa (que si), si su nombre es Sanna, Cristina, Margarita o Serena, hay atrevimientos que no se les tienen permitido. Sus reputaciones, lo que decida la arena.
Ni fiestas privadas, ni bailes, ni tenis, ni tuiteos, ni el envejecimiento natural. El permiso, la deuda y el comportarse, tres de sus chaperones de siempre.
Sus cuerpos, sus ideas y sus alegrías no son suyas.
Destacarse, pensar, decir y hacer lo que quieran.
¿Con qué permiso?
Les toca la peor parte de la violencia, la pobreza y las exigencias moralistas. Gatillos que se trancan, presiones sociales, sus cuerpos en la palestra y su autonomía vilipendiada.
Pero la lucha debe seguir, con criterio y conciencia. En política, en economía, en educación y donde ellas decidan. Donde nosotras decidamos estar.
Porque, mientras enseñamos a ver a las mujeres con los ojos correctos, rebelarse es el mandato.
Espacio pagado
Quienes habitamos la Comunidad Ojalá sabemos que somos diferentes y nos alegra serlo.
Nuestros contenidos son útiles para comprender y mejorar la vida cotidiana. Están libres de publicidad. Los anima la curiosidad, el rigor y los financia la gente.
Únete. Participa. Haz un donativo.