Detox
Probablemente sea yo, no digo usted también, un tonto embrutecido de tanto consumir relatos periodísticos.
Obeso de información, temo por mi salud comprensiva. No es una broma. Tardo mucho -anoche reflexionaba, se me dificulta entender lo que pasa en mi país y en otros, y mire usted que no paro de leer, de ver telediarios, de escuchar la radio de todas partes. No paro.
Compruebo que necesito consumir más y más cada vez para reunir las energías necesarias para darme por bien enterado. Los relatos que abundan tienen pocos nutrientes, mucha opinión revestida de información, banalidades y absurdos conceptuales.
48 horas después de restringir el consumo y venta de alcohol a partir de una determinada hora, dice la noticia, hay menos hechos delictivos en una provincia. ¡Cómo no se nos ocurrió antes! ¡Lo que nos hubiéramos ahorrado en dolor y alcohol!
Meses después de permitir la importación libre de impuestos de productos agropecuarios para bajar sus precios, dice otra noticia, los precios siguen altos. Nadie explica porqué.
Los fabricantes tradicionales de noticias chatarras sugieren dejar de consumir en redes sociales, esos ventorrillos que les disputan con insolencia y con delivery el mercado noticioso.
Y lo cierto es, hay que decirlo, que muchos de esos “ventorrillos de aquí y de allá” permiten consumir información saludable de vez en cuando y pasar un buen rato.
¡Gracias tuiteros!
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