Despertar
Despertar, ver la luz
¿Acaso del sol?
Transitar por la ciudad estresada.
Atravesar la ciudad ataviada,
¿acaso de acoso?
Del acoso de los días invivibles,
insufribles, inaguantables.
De las mañanas de hambre y miseria,
del miedo a los hombres y las mujeres
que se matan, que se mueren,
que se extinguen,
que se consumen
en la ciudad desatendida,
en la ciudad abandonada.
En la ciudad de gente muerta
que aún respira
bajo lágrimas de sol ardiente,
que rompe la calle
y quema las pieles
de la ciudad y de la gente.
Despertar.
Caminar entre ojos que miran
y no dicen nada.
Ojos secos, vacíos.
Y bocas cenizas.
Caminar entre mucha hambre
y poca comida.
Entre bocas desocupadas,
bocas sin paladar,
bocas sedientas.
Una pandemia.
Una guerra.
Unos pocos administrando para sí lo de muchos.
Despertar.
Tristemente, despertar
en la ciudad desesperada.
Desorientada.
Desamparada.
Espacio pagado
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