Desobedientes
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Desobedecer trae castigo. Así al menos lo cree la gente y ordena la costumbre.
Aunque no siempre y puedo poner tres ejemplos con sus insolentes reacciones.
1•Cuando el castigador (desobedecido) carece de medios legales, financieros o de fuerza física para ejecutar el castigo y los y las desobedientes lo desafían con: “Atrévete, ven atrévete”.
Y no pasa nada.
2• Cuando el castigador (desobedecido) carece de autoridad y los y las desobedientes lo ignoran diciendo: “¡Y éste quién es, que cree que puede dar órdenes aquí?”
Y nadie le hace caso.
3• Cuando el castigador (desobedecido) no acaba de darse cuenta de que “sus” desobedientes son libres, que la sociedad ya es un maniel, no asustan sus amenazas y tampoco importan sus castigos, porque ni les tocan ni les duelen.
Y es que desobedecer muchas veces es auténtica obediencia a la libertad y a la dignidad.
¿Obediente o desobediente a qué y a quiénes? Esa es la cuestión.
Por desobedecer la sinrazón, la misoginia y el control religioso sobre sus vidas, podrán llamarlas desobedientes (y al PLD también por apoyarlas) ¡qué importa!, si estas mujeres -con sus pañuelos verdes- obedecen a su libertad de decidir en las 3 Causales.
Son dignas desobedientes. Yo, también.
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