Cuando la ineficiencia echó carne
Nueve párrafos mal contados, anémicos y mal concebidos en un discurso lastrado de imprecisiones y generalidades.
Eso dedicó el presidente Abinader a la educación.
Un brevísimo recuento de datos cuestionables, sin ningún logro importante en educación inicial, media o básica.
Algo huele mal en Dinamarca.
Probablemente, el ministro de Educación debía presentar su renuncia. Si no es cancelado antes. Es lo menos que podría esperarse tras un año y medio de escándalos y fracasos.
Derrochado el 4% del producto interno bruto.
Estancada la jornada escolar de ocho horas.
Suspendido el Pograma de Alfabetización que alfabetizó más de medio millón de personas.
Detenido inexplicablemente el programa de construcción y remozamiento de planteles escolares.
Interrumpido el Programa de Alimentación Escolar y sacudido por los escándalos de corrupción en el INABIE.
Trastornado el Pacto por la Educación.
Violentados los procesos institucionales para satisfacer compromisos políticos volviendo a la dedocracia.
Fracasado el plan de educación remota o virtual.
Parece que cuando la ineficiencia echó carne, lo hizo en Educación. Ninguna esperanza hay de que las cosas puedan cambiar en aquel Ministerio.
Con unos niveles de aceptación desastrados por las crisis y su incompetencia, ¿puede el gobierno seguir asumiendo los fracasos del que es el ministerio más importante del Estado en muchos aspectos?
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