Crucificados
Los dominicanos y dominicanas empezamos a cargar un madero pesado hace ya unos años. Sí, sí, lo sé, la gente quería a Barrabás, pero esos latigazos no son para estas líneas.
La estrategia parece ser dejar a la gente clavada, desnuda y abandonada hasta la muerte. Vinagre por agua, con los aplausos y peticiones de crucifixión al no elegido como soundtrack. Eso sí, cambiando en la propaganda, aunque lo de estar mejor, solo les llegue a ellos.
Volvemos a vivir cosas que ya creíamos superadas: anafes para cocinar, viajes en yola, maestros comprando sus herramientas de enseñanzas, el enfermo o el herido en la cola de un motor para llegar a un centro de salud y los buscones en las instituciones. Pilatos, se lava las manos. La culpa no es suya, sino de quien se fue hace dos años. Una declaración de incompetencia nada sutil. Porque, ¿pa’ qué disimular lo que todos saben y sufren?
Ya sabemos quienes enmudecen y no abren la boca, mientras otros, son llevados al matadero como carneros.
RD vive una Semana Santa interminable. Lo de no comer carne los viernes, asumido en muchas culturas religiosas como un sacrificio ofrecido en cuaresma, se ha vuelto el día a día para muchas familias dominicanas. Comer peor y menos, una de las grandes transformaciones del cambio.
Poco a poco han ido por todo lo que significaba avance y bienestar. Destruir para salvar, dejar morir para vender resurrección.
Ahora van por el sector agropecuario y los productores nacionales quienes, además de las políticas públicas correctas del gobierno de Danilo Medina, fueron responsables de que nuestro país fuera, hasta el 2020, productor de más del 85% de los alimentos que consumíamos los dominicanos.
Sustituyen producción local por importaciones, clavando en la deuda y la miseria a nuestros campos y a su gente.
La salud, la seguridad y la educación, los avances institucionales, la democracia y el derecho a disentir rumbo a su Gólgota.
No vayan a pensar que hablo de buscar un redentor, que la época de dioses del Olimpo debe superarse. Pero pensemos, y razones hay de sobra, en quién será mejor para ayudarnos a llevar esta cruz, llena de moho y carcoma, como la dejarán en el 2024.
Los días invitan al recogimiento. Espiritualidad, descanso o gozo, la Semana Santa viene con el siempre solicitado comedimiento. La prudencia, el orden y la cooperación de todos para preservar vidas, siempre serán necesarias, sobre todo en los años que nos quedan crucificados.
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