Conmigo o contra mí
Parecería que ya no existen los términos medios. La polarización y la política andan como uña y mugre.
Es un desafío para la política y para los propios partidos.
La vemos en los discursos extremistas, hace que la gente se desvíe de lo realmente importante, los divide entre buenos y malos, los míos y los contra mí. Lo vemos en la formación de nuevos partidos en Europa, también en la política de El Salvador, Perú, Estados Unidos, México, Colombia y Brasil.
En cada país hay un término o modo de agruparlos. Menosprecia y minimiza y, algunas veces, hasta ridiculiza al opositor.
Las ideas intermedias no tienen cancha. Se complica la convivencia y el debate. O izquierda o derecha.
Atizan los medios beneficiarios de que, por ejemplo, gobierne el grupo que más se les parece. En esto, aunque parezca imposible, hay quien sale ganando.
¿Quiénes? Fijémonos en los que naturalizan la división.
En esa desviación del debate, se ha hecho más fácil irrespetar al otro, al que me contradice, y el diálogo se hace imposible.
Siempre habrá momentos en los que tendremos que ponernos de acuerdo con temas fundamentales para el desarrollo del país.
Mientras descubrimos si hay retorno de esta Tiktokcracia, de este conmigo o contra mí, pensemos en lo siguiente: ¿Será posible pedir al perseguido, al que destruyo, al que señalo y al que pongo en la categoría “sin moral” sentarse en la mesa de diálogo?
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