Entre imprecisiones en datos y anuncios reciclados, en alrededor de una hora trató el Presidente de resumir sus dos años de Gobierno.

Insistió en presentar como logro impoluto la vacunación contra la covid, obviando los serios cuestionamientos por la sobrecompra de dosis y bajo contratos prohibidos al escrutinio de la población.

Habló de apoyo de la producción nacional sin carraspear de vergüenza por el reclamo días antes de productores de San Juan, a quien el Gobierno les adeuda hace un año más de 500 millones de pesos. Una política de apoyo a la quiebra de productores, más bien.

No faltaron los datos de crecimiento económico, mientras en bolsillos de la población hace nido la inflación.

Enarboló como bandera la tarjeta Supérate, en medio de un sórdido escándalo de corrupción y estafa del que aún se desconoce profundidad y alcance.

“Todo esto sin aumentar la deuda pública”, se le escuchó decir ante vehementes aplausos. Como ya se ha dicho, son 1,130 dólares de deuda que ha añadido el Gobierno a cada dominicano en los últimos dos años.

Mencionó el crecimiento de turismo con cifras descuadras entre instituciones. También, por increíble que parezca, los “avances” de las Farmacias del Pueblo. Respaldo a la salud, con hospitales desabastecidos, mientras el Gobierno presta millones para la construcción de clínicas privadas.

Llamó éxito al fracaso de la educación a distancia. Lo evidente: en educación nada hay que exhibir.

Por enésima vez anuncia el plan contra la delincuencia y otros anuncios aromáticos.

Al concluir entre floreteados aplausos y ovaciones, cuestioné: ¿Se puede decir tanta mentira con tan poco vergüenza?