En otro tiempo no muy lejano esos informes hubieran sido un verdadero escándalo. El candidato Abinader hubiera rasgado sus vestiduras y llorado como un niño en la Plaza de la Bandera.

Pero pasaron con sordina.

Pequeñas notas muy al interior de los diarios tradicionales. Cero menciones o comentarios escasos sin trascendencia en algún que otro medio.

El del sector eléctrico, por ejemplo, pasó como un informe más aunque denuncia la falta de planificación y de una visión integral del sector, así como el aumento sostenido de las pérdidas.

Lo de Edeeste es verdaderamente pecaminoso: de 42% de pérdidas—ya escandaloso—en 2022 a 51% en enero mayo del 2023.

El informe del Departamento de Estado de EEUU concede aquí y allí, pero va a lo suyo y denuncia “corrupción generalizada” en el gobierno nacional y en el local.

El FMI dice que vamos en picada, pero tampoco alcanza primera plana: pronosticaba un 4.2% de crecimiento para 2023, pronto bajó a 4 y recientemente reduce la proyección a 3%, pero sabe que seremos dichosos si pasamos del 2%.

Llama a AUMENTAR LA CREDIBILIDAD, mejorar el clima empresarial, reforzar la gestión gubernamental y atender el sector eléctrico.

Coincidiendo con tales pronósticos, cuatro de cinco empresas se retiran del proyecto Pedernales y otras están en lo mismo en otros sectores. El “cambio” no inspira confianza. La corrupción—ahora sí—hace olas por doquier.

El presidente tapa una promesa incumplida con otra. Un escándalo tapa otro. El gobierno es un barco sin rumbo. Los funcionarios se sortean las culpas. Pero la sordina está en sus buenas. Siete mil millones de publicidad rinden buenos dividendos. Pero el país es una chichigua en banda.