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Pasadas las 7:00 de la noche de ayer martes llegó por el Aeropuerto Internacional de Las Américas una aeronave cargada de esperanza.

Aterrizaron 768 mil dosis de la vacuna Sinovac procedentes de China, una nación con la que hace apenas tres años tenemos relaciones formales de Estado a Estado.

De no existir estas relaciones, sería casi imposible poder acceder a esas necesarias dosis de la manera en que se ha hecho para vacunar a la población contra la COVID-19.

Si el pueblo dominicano cuenta ahora, en la última semana de febrero, con el cargamento más grande de vacunas que ha llegado al país, que permite avanzar en el plan de vacunación, es gracias a la visión del expresidente Danilo Medina.

Pactar relaciones diplomáticas y comerciales con China ha sido una las más sabias e importantes decisiones que ha tomado Gobierno alguno en nuestra historia republicana.

El establecimiento de las relaciones de nuestro país con la segunda nación más grande de Asia (después de Rusia) había sido manoseado por varios presidentes, quienes, en el mejor de los casos, lo postergaron.

Fue la determinación y decisión y política del exmandatario Danilo Medina la que nos colocó en el mapa comercial y diplomático de la segunda potencia mundial (economistas ya la señalan como la primera en términos económicos).

Los resultados de aquel histórico pacto, de aquel histórico 1 de mayo del 2018, son visibles y palpables. Están aquí, llegando por un aeropuerto.

El arribo de la vacuna, además, es una lección para el actual Gobierno, que de manera deliberada ha promovido el privilegio en el comercio de un país sobre otro, un razonamiento obsoleto y carente de prudencia, tomando en cuenta que el mundo está cada vez más interconectado, en el comercio, sobre todo.