Caro y ponzoñoso
Lo de las vacunas es asqueroso. A su lado, Duquesa perfuma. Pero para escándalos se necesitan medios y ésos están en Belén.
Son parte de un tablado que solo reacciona con palabras clave y mandatos que conocemos.
Un legislador expresa vergüenza suya y ajena. Se rasga las vestiduras. Pide perdón al pueblo. Llora impotencia. No se arranca las barbas o el pelo porque no los tiene. Pero el escándalo lo amerita.
Miles de millones de pesos botados. Soberanía comprometida en contratos leoninos y préstamos al vapor.
Lacayismo repugnante. Intermediarios enriquecidos. Improvisación viciosa. Política errática frente al covid-19. Hoy me importa, mañana no y pasado menos.
Pronto se vio que no había brazos para tantas vacunas. Pero había que montar el negocio. Complacer a las farmacéuticas. Contentar a “La Embajada”. Enviar señal inequívoca de genuflexión. Las extradiciones preocupan.
Declaraciones contra China para terminar tragándose la lengua y vacunando con SINOVAC. La única que cumplió.
Servilismo fétido que se repite ahora contra Rusia. Aunque perdamos doscientos mil turistas. Y más.
No hay que asombrarse: fuimos de los poquísimos que enviamos tropas a Irak. ¿Quién no recuerda el ridículo?
El vozarrón tronó arrogante: ¡Iremos a arbitraje! Puro teatro. El negocio estaba hecho. El entramado cobrado y satisfecho. El pueblo, de nuevo estafado. Qué cambio más caro y ponzoñoso.
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