Carabineros digitales
En todos los frentes, en todos los nichos, en todas las trincheras. En cualquier esquina desde la cual pueden disparar en cualquier dirección y a cualquier objetivo, así se encuentre en otra nación o continente, a miles de kilómetros.
Son los carabineros digitales. Sus armas: las redes sociales. Visten de incógnito, su uniforme militar, pero a veces toman forma de periodistas, abogados o especialistas en cualquier cosa.
No tienen género ni bandera. Son mercenarios digitales. Carteristas de carnaval, piratas de los 57 mares. A veces corsarios respaldados por ONGs o partidos.
No tienen ética de guerra. Usan una potente arma infame: la mentira, con la que envenenan el pensamiento y ahogan la razón. No tienen miedo, porque trabajan desde la oscuridad, desde las tinieblas, y han pactado con los más oscuros intereses.
Son especuladores los carabineros digitales. Acechan desde cualquier zaguán. Sus balas no se acaban.
Quizás a ellos se refiere Silvio Rodríguez en su más reciente álbum, en la canción Viene la cosa:
«Porque viene una cosa
que solo la sinceridad destroza».
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