Cambiando nombres
Parece trivial, inofensivo, pero no lo es. Cambiar nombres puede revelar mucho.
Trujillo y sus aduladores despojaron a Santo Domingo de su nombre. Ciudad Trujillo la llamaron.
Los nombres revelan actitudes, deseos, visiones de la vida y de sus fenómenos.
En muchas de las historias que ha producido la humanidad, los héroes sólo poseen las cosas cuando las llaman por su nombre. ¡Abracadabra! Las palabras tienen un poder. En las civilizaciones antiguas los nombres de personas y cosas eran todo un programa. Y sigue siendo así.
¿Debe sorprendernos que el cambio esté cambiando nombres? No.
No es lo mismo, por ejemplo, “Progresando con Solidaridad” (PROSOLI) que “¡Supérate!”.
No son gadejos. Son dos visiones diferentes del fenómeno POBREZA.
En la primera, la solidaridad es fundamental para erradicar la pobreza. Plantea una relación Estado-sociedad inclusiva. Positiva.
En la segunda, la relación es vertical. Imperativa. Dictamina. Prescribe.
La primera es generosa. Reconoce la pobreza como un fenómeno complejo.
La segunda es cicatera, tiñosa. Percibe al pobre como culpable de su pobreza.
Ojo: el cambio no quiere cambiar nombres, quiere imponer una visión y adueñarse de lo que no hizo. Como Trujillo y sus aduladores con la Capital.
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