¿Buenas intenciones?
Con buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, dice el pueblo.
Y eso va muy bien para incautos que aún puedan creer y para estafadores que aún quieren vender las supuestas buenas intenciones del presidente Abinader y su cambio.
Según esa monserga, son los funcionarios los que no “ayudan” al presidente, que tiene buenas intenciones.
Para unos y para otros sazona el pueblo un decir que extrae de la Biblia: “…por sus hechos los conoceréis”.
Porque son los hechos los que cuentan. No las buenas intenciones.
Si quiebra negocios. Si arruina la producción. Si aumenta los precios y deteriora el consumo. Si arruina la educación y menoscaba la salud. Si paraliza la inversión. Si es gobierno imprevisor y va sin planificación como le espetó recientemente la ADIE al analizar el sector energía. Si hay corrupción generalizada, según el Departamento de Estado de EEUU. Si ese maremágnum desploma el PIB y lleva el país al desasosiego, esos son los hechos.
Un botón de muestra: la prevención, no las buenas intenciones, hubiera evitado la tragedia del pasado sábado en el túnel de la Máximo Gómez con 27 de Febrero.
Y no sólo esa tragedia, sino las demás que están sufriendo las familias.
Con buenas intenciones, supuestamente, llegó el actual gobierno hace más de tres años y por el camino empedrado con ellas nos ha llevado derechito al infierno de la carestía, la improvisación, el deterioro de los servicios y la incompetencia del Estado.
Ahora es el lloro y el crujir de dientes… para el pueblo. El FMI canta sibilino la canción que encanta al gobierno.
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