Brasil, unión y reconstrucción
Escuché en vivo el discurso inaugural de Lula para su tercera presidencia de Brasil. Estremecedor, sin duda.
Lo que ocurrió en Brasil durante los 6 años que siguieron al golpe de estado a Dilma Rousseff, podría describirse como una guerra contra el pueblo, sus propiedades y su Estado.
Las políticas neofascistas encargadas a los capataces Temer y Bolsonaro destruyeron capacidades resolutivas y redistributivas del Estado, debilitaron las instituciones, agredieron sin misericordia a la naturaleza, ahondaron las desigualdades, creció el hambre y la pobreza, dañaron el tejido productivo y fanatizaron de odio religioso para desprestigiar la política. Fracturaron la sociedad brasileña.
“El amor venció al odio; hoy terminó el proceso de destrucción nacional”, dijo Lula.
Lula viene a reparar, a reconstruir Brasil, con enormes limitaciones presupuestarias y legislativas y viene a hacerlo con sentido común, no con políticas de izquierda. Sentido común es su programa.
Tarea colosal para un hombre amoroso con su prójimo, político curtido y pragmático. Condiciones excepcionales que permitieron al socialdemócrata Lula construir un amplio frente político partidario demócrata cristiano con un programa de mínimos con sensibilidad ecológica.
Las expectativas con el gobierno Lula confirmarían la utilidad (“transitoria”, dirán los titiriteros) de la izquierda (socialdemócrata) en América Latina para sanar con políticas centristas (democristianas) el malestar causado por la derecha populista.
Ojalá alcance la paciencia democrática.
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