Cuesta arriba, como las circunstancias imponen, empresas, negocios y familias dominicanas están a punto de despedir el año 2021.

Un año que ha sido difícil y complicado por muchas razones.

Quienes manejan las cifras adelantan que la economía dominicana crecerá como pocas en América Latina y el Caribe. Lo que es habitual, nada extraño diría, si miramos el crecimiento de República Dominicana 2004-2020.

Sólidos fundamentos, diversidad de su tejido empresarial y el «factor Valdez Albizu» han hecho de la economía dominicana, según los expertos, resiliente a las turbulencias.

Ya sabemos del monumental recibo de remesas a familiares que sumará este año 2021 unos 10,000 millones de dólares.

Pero, se dice «economía» y pudieran pasar inadvertidos quienes la conforman, quienes la construyen, quienes la enriquecen y la diversifican.

A ellos y a ellas el cariño y el reconocimiento.

A aquellos dominicanos en los EE.UU. que recibieron ayuda federal y enviaron buena parte de ella a sus familiares necesitados. A empresarios de zonas francas y sus trabajadores que nunca pararon de producir y exportar; a empresarios del campo y sus trabajadores que nunca pararon de producir alimentos; a empresarios del comercio, supermercados y colmados, con sus empleados y deliverys; a empresarios de courriers y sus empleados que facilitaron la distribución. A pequeñitos empresarios y empresarias que se reinventaron, digitalizaron la gestión y comercialización de sus servicios.

Y a muchos más, que paro de contar, porque la lista es larga.

Todos ellos, empresarios y trabajadores, resistieron las adversidades y enfrentaron la tentación de la depre con más trabajo, con más humor, con más gallardía y con más creatividad. Con todo lo que hemos vivido y sus pesares, gracias a ellos salimos adelante.

Aún con la brisa en contra de la inflación importada, aún lesionados por el Covid-19 y más aún desilusionados temprano por el desamor del Gobierno hacia su prójimo necesitado en el campo y en los barrios.