En el lenguaje popular dominicano cuando alguien se pone malo de salud, la gente dice que le dio una sirimba.

Andamos con sirimba en casi todas las áreas vitales de nuestra vida cotidiana.

Aún no sabemos dónde están los más de 600 mil estudiantes que quedaron fuera de las aulas, tampoco sabemos si hay butacas, agua potable y baños en las escuelas que están abiertas.

A la gestión educativa del Cambio le dio una sirimba.

Los importadores de alimentos a tasa cero dejaron de pagar más de mil setecientos millones de pesos en impuestos, para que cerca de 150 productos de la canasta básica subieran de precio. 

Al presupuesto familiar le entró una sirimba que crea hambre y mala alimentación, sobre todo a los más pobres y la clase media.

Nos gobierna un grupo de riferos que cada día salen a los territorios a repartir como sueños los bolos de la pobreza.

Hay violencia social, pero la peor no está en la 42, el mayor ejercicio de violencia lo ejerce el gobierno y los grupos económicos que lo sostienen cuando niegan derechos conquistados, multiplican sus fortunas y vuelven trapos las esperanzas.

Mientras la vida se deteriora, el Gobierno está en reelección, guaguas van y vienen cargando patriotas asirimbaos por ellos mismos, que como focas piden a gritos cuatro años más.

Por más discursos bonitos que promuevan a diario, la cruda realidad es que el gobierno del Cambio tiene a este pueblo lleno de gente asirimbá.

Sigan ahí, con su burla de sirimba aquí y sirimba allá, que algún día este pueblo los puede asirimbá.