La mujer del celular
Debí escribir la mujer y el hombre del celular, pero se me hacía largo el titular.
Dicho esto, reconocerá usted conmigo que es muy de los seres humanos contar historias de lo que vemos, oímos, soñamos; conversamos sobre los que nos duele, nos gusta, vivimos y atrae nuestro interés.
Somos curiosos y conversadores por seguridad y bienestar; por miedo, alegría y libertad.
La conversación ha sido el eje transversal desde los asentamientos humanos iniciales hasta las sociedades complejas y diversas de hoy.
Baile, música, cerámica, teatro, religión, pintura, literatura, cine, periodismo, los pongo de ejemplos, son manifestaciones de aquella conversación que empezó hará casi dos millones de años atrás y que ahora se tecnifica, integra y multiplica con el celular.
Conversación, es oportuno decir, que se ha querido (y podido) controlar o tutelar porque es ingrediente de cohesión, ciencia, libertad y dominación.
En el pasado, las precariedades materiales y la obligada especialización en el asentamiento humano, permitían tal control, que hoy se dificulta.
La irrupción de las tecnologías de la comunicación han multiplicado las posibilidades de escapar a dicho control, aún y a pesar del algoritmo censor y tutelar.
Más aún: no olvidemos que la inteligencia real es humana y más sabia que la inteligencia artificial.
Espacio pagado
Quienes habitamos la Comunidad Ojalá sabemos que somos diferentes y nos alegra serlo.
Nuestros contenidos son útiles para comprender y mejorar la vida cotidiana. Están libres de publicidad. Los anima la curiosidad, el rigor y los financia la gente.
Únete. Participa. Haz un donativo.