Hace cuatro años, un grupo de técnicos altamente calificados alertaba sobre las intenciones del gobierno de quebrar a pequeños y medianos productores avícolas para monopolizar el negocio.

Quienes dudaron pronto sintieron LA PRIMERA PUÑALADA: masivas importaciones traían al país un producto de baja calidad, más caro, que dislocaba la oferta con la mentira de que era para bajar los precios.

Las importaciones dejan más que la droga, dicen,  y tienen cero riesgos.

LA SEGUNDA CUCHILLADA vino con los subsidios: tres mil millones que nunca llegaron a los chiquitos ni a los medianos. A algunos les tapaban la boca haciéndolos socios del negocio.

UNA TERCERA ESTOCADA vino con el cierre de la frontera haitiana. Los todopoderosos del cambio no dejaron de vender. Los chiquitos quebraron. Una crisis para quebrar a unos y fortalecer a otros.

EL CUARTO MACHETAZO vino con las autorizaciones a seis o siete empresas, algunas recién creadas, para importar decenas de miles de “abuelas” que en poco tiempo provocarían sobreoferta, desplome de los precios en granja y más desgracias a los pequeños y medianos productores endeudados y empujados fuera del mercado.

Todo lo conocen muy bien las autoridades agropecuarias.

No es un programa nuevo. Lo han hecho cada vez que han gobernado. Lo hacen los jorocones  monopolistas cada vez que gobiernan. Aquí. En Haití. En Europa.

El PRM es el partido de la oligarquía dominicana. De los tutumpotes. Conmueve oír a APPROAMOLI suplicar al jefe de la oligarquía, quien les propina LA QUINTA Y MÁS DURA HERIDA: la de la indolencia.

Es la crónica de una quiebra anunciada hace cuatro años y es un botón de muestra de lo que ocurre con pequeños y medianos emprendedores a nivel nacional.