Andaba de parranda
La frase picó. Mientras retumbaba en medios y oídos, no faltó quien quisiera vestirse de negro para un velorio sin cuerpo. No hay cadáver, no hay entierro.
Insisten, con saña y mucho interés, en acompañar a los dolientes con hipocresías y recuerdos. Como lloronas de velorio, traen en sus carteras los «Ay, si hubiesen hecho…». Los sabios consejos para la salvación imposible no faltan.
No hay remedio para el pasado.
No faltan los pronósticos. Ante cualquier respiro o celebración, intentan abrir nuevas heridas.
Les preocupa la realidad. El difunto no es tal cosa.
Y ha dejado de ser el partido de locales cerrados, aquel cuyos principales órganos de pensamiento y dirección permanecían oxidados, sin verse las caras, para recuperarse convertido en lo que nunca debió dejar de ser: una herramienta de la población para trabajo, escucha, servicio y desarrollo.
Este es el PLD más vivo que vi en muchos años. Poco a poco ha desempolvado sus puños y ha dejado atrás la dejadez y el abandono al que lo postró quien alguna vez lo dirigió.
Este es el PLD de compañeros y compañeras jóvenes, determinados y dispuestos a construir y reconstruir con gallardía un mejor partido.
Este es el PLD de Danilo, gestor de la obra de gobierno más transformadora en nuestra historia. Obra que nos enorgullece y que defenderemos como sea necesario.
No hay muerto. No hay coronas de flores.
Vivitos y coleando. Estábamos de parranda.
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