A y B son correctas
En las pasadas elecciones, la magia solo existía en las cabezas de los que ofrecían cambio. Eran las propuestas del abracadabra.
Daremos aquí, haremos allá, resolveremos tal y tal. Un festival de ofrecimientos con fuegos artificiales y pocos cómos.
Luego llegó la hora de resolver, de poner en práctica todo lo que cargaron y expulsaron del buche por meses, y cuidado si por años. El desinfle ha sido dramático y colosal.
También llegó el tiempo de aprender, para muchos, y de reconocer, para otros.
Aprender que no existía magia, sino políticas públicas hechas con criterio, con planes y metas para cumplir. Que tenían sentido, beneficios para la mayoría y, ante todo, transparencia en su ejecución.
Hay a quienes les toca reconocer que no es tan fácil, ni tan simple. Que muchas cosas marchaban bien y que no hay más remedio que continuarlas. Y hacerlo, por supuesto, sin reconocer el éxito de su creación. Un cambio de nombre, eso sí, para intentar borrar de dónde vienen o de quién es el mérito.
Y toca, además, ver que esto va más allá de un cambio de ley para un compañerito no adecuado para el puesto, de violentar procesos y leyes para regalar millones, de pedir a funcionarios, cuyos puestos tienen una duración que manda la ley renunciar a sus puestos.
Va más allá de volver a entregar sin subastas los permisos de importación que antes se sorteaban con transparencia, de asesorías millonarias, de entregar las instituciones a la suerte del perro cuidando la carne, de propuestas indecorosas sobre el sudor de los dominicanos en el exterior, de que una fórmula de campaña no luce tan posible, de los árboles genealógicos ocupando una misma institución; de que eliminen controles existentes hasta para cruzar las nóminas, de que lo que antes se criticaba con veneno lo hagan de manera multiplicada, de que los «independientes» brillen por su ausencia y otros, pero muchos otros etcéteras.
Se trata de lo que caro que nos saldrá, como caros están los productos de la canasta básica del pueblo dominicano. De productores quebrados y en el olvido, otra vez. De carestía y escasez, de involución a todos los niveles y sectores.
Habrá, pues, que definir de qué se trata esto. Saber si es simple impericia o que lo único que saben hacer, es hacerlo mal, como decía una campaña de años atrás.
Puede ser que A y B sean correctas.
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