A trabajar, señores
La paz, ese deseo de cada Miss y de muchos pueblos, fue la moneda de cambio del gobierno esta semana. Esta vez recibieron respuestas. Y bien por Mariotti.
La bajeza, las mentiras y las tendencias manipuladas fueron las herramientas desde la oposición. Tristemente, también lo son desde el gobierno.
Este caos es hijo de la improvisación del Gobierno. Del miedo y la incertidumbre de quienes hoy están comiendo menos y peor, aunque la publicidad intente alimentarlos y convencerlos de lo contrario.
Los reclamos sociales crecen y los encabezan los engañados, los cubeados, los que tenían garantizados los servicios que han visto destruirse. Comida barata en mercados y gratuita y de calidad en las escuelas , salud en hospitales dignos y con Senasa, educación para los hijos garantizada en planteles seguros, son parte de las políticas que han decaído. ¿No se enteran en Palacio? Lo sufre la gente, los que no ven cambios positivos ni respuestas.
Esa estrategia de polarización, que siembra el miedo al grupo contrario, que divide al malo del bueno, para vender al salvador que viene a cuidarnos y protegernos, ya no se compra tan fácil.
Una democracia no puede sostenerse en el odio y la división, porque el de otro partido no debe ser un enemigo.
Pasamos de un: «No me busquen en el chisme del día, en la crítica esteril, en la división, ni en la demagogia», a todo lo contrario. Para complicarlo aún más, aderezado por el desconocimiento de las funciones públicas y de los resultados que deben mostrar. Por eso hay que hacerles la tarea con Petrocaribe y otros temas que no manejan, y cuyas declaraciones los dejan al descubierto y en ridículo.
Por eso Patria, Minerva y María Teresa se convierten en burla y cualquierización, por eso hay que pagar para destruir, fuera de toda política, la reputación de una precandidata. El nivel siempre estuvo claro, ahora solo se ha institucionalizado.
Los cuentos y excusas se están acabando. A trabajar, señores.
Espacio pagado
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