2023 con signos de interrogación

26-12-2022
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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La inflación dominicana es histórica. “Es de las más agresivas de la región”, advierte una respetada economista. Y eso también es cambio. Porque tiene patrocinio gubernamental.

Y es despojo. Porque ya se sabe que la inflación es el peor de los impuestos.

Cruel, en un abrir y cerrar de ojos lanza a la miseria a cantidades ingentes de personas. Precariza la vida. Distribuye angustia y frustración a toda la sociedad y lleva desesperación a los más vulnerables.

Por suerte, los dominicanos conocemos de siempre el convite. La junta con “traje” que suele hacer menos pesada la carga.

Pero lo ocurrido es de proporciones catastróficas.

El gobierno habla de una inflación promedio del ocho por ciento, pero hay artículos—como el aceite de cocina—que han aumentado su precio hasta en un 300%.

Esta navidad el pueblo dominicano ha pagado el cerdo y el pollo más caros de toda su historia.

La peste porcina africana llegada también con el cambio llevó a la ruina a centenares de pequeños y medianos productores de cerdo y hasta a 500 pesos la libra de cerdo asado.

Un río de millones de pesos en propaganda invierte el gobierno buscando ocultar la terrible realidad.

Pero la persistencia en la improvisación, los compromisos con los sectores importadores que están dañando la producción agropecuaria nacional y la evidente incapacidad para lidiar con un entorno internacional que empeora, no auguran mejores días para el pueblo dominicano de cara a un 2023 que llega cargado de interrogaciones.