Xavier Querol: «La contaminación es un problema de salud pública y no exclusivo del ecologismo»
La contaminación del aire sigue siendo una de las mayores amenazas para la salud humana y se erige como el principal factor de riesgo en enfermedades y muertes prematuras en el mundo, ocasionando 6,67 millones de fallecimientos al año. Este medio ha tenido la oportunidad de entrevistar a Xavier Querol, geólogo y experto en contaminación atmosférica que recibió el Premio «Rey Jaime I» 2013 a la Protección del Medio Ambiente. Actualmente es líder del grupo de Geoquímica Ambiental e Investigación Atmosférica (EGAR) en IDAEA-CSIC.
El pasado mes de abril, el Instituto de Salud Global de Barcelona realizó un estudio en el que situaba a Madrid y su área metropolitana con los niveles más altos de óxido de nitrógeno de Europa. ¿A qué se debe?
Es cierto que en óxido de nitrógeno Madrid tiene unos niveles muy elevados, pero en cuanto a partículas en suspensión, hay otras ciudades que tienen niveles peores. Hablando de óxido de nitrógeno, este viene del tráfico rodado y habría que tomar medidas para reducir el volumen de vehículos urbanos.
Esto no significa ir en contra del coche, que es un invento maravilloso, pero el problema es que en la ciudad no se dejan poner estufas de carbón porque contaminan. Por esta razón, habría que utilizar el vehículo privado lo mínimo posible. Hay ciudades que ya han tomado muchas medidas, entre ellas Oslo, Estocolmo, Zúrich, Ginebra y algunas del sur de Europa, como Milán o Bolonia. Sobre el tráfico, aún estamos debatiendo que ‘Spain is different’ y medidas que ya se aprobaron en otras ciudades europeas aún no han conseguido llegar a España.
«Una furgoneta de reparto está dando vueltas por la ciudad unas 10 horas al día»
¿Qué medidas podrían adoptar la capital española y el resto de ciudades para revertir la situación?
La mejora del transporte público metropolitano. El transporte público en Madrid es buenísimo, pero las ciudades han crecido mucho y han aumentado los desplazamientos. Se estima que alrededor del 60% de los vehículos que circulan en Madrid y Barcelona no pagan el impuesto de matriculación en esas ciudades porque pertenecen a su área metropolitana. Por eso, las ciudades han puesto un transporte metropolitano que asuma el cambio modal del vehículo propio al transporte público o parkings disuasorios para que los usuarios puedan aparcar el coche de manera gratuita en las inmediaciones de estaciones de tren y metro y utilizar el transporte público para desplazarse. También hay carriles bus directos que conectan ciudades y evitan problemas de congestión.
La segunda medida fueron los peajes urbanos. Estocolmo, Milán o Londres los tienen desde el año 2015 y, en el caso de Milán, se consiguió reducir el tráfico en un 35%. Si no se quiere ser socialmente discriminante, se pueden poner carriles con cámaras para evitar que coches que lleven tres acompañantes no paguen el peaje. Lo que se hizo en la zona cero de Madrid de poner el parking en exterior para residentes es una medida que se ha aplicado mucho y ha permitido reducir el número de vehículos que fluyen hacia la ciudad. Otro punto de medidas serían las zonas de bajas emisiones, ya implantadas en Madrid y Barcelona, que pasarán a ser obligatorias en ciudades con más de 50.000 habitantes a partir de 2023.
Otro bloque se corresponde con la distribución urbana de mercancías. Una furgoneta de reparto está dando vueltas por la ciudad unas 10 horas al día y con las compras en internet aún hay más. Para solventar este problema habría que favorecer una logística inteligente, como, por ejemplo, la implantación de cajetillas de Correos en lugares públicos para que la gente pudiese acudir a recoger sus pedidos. Las furgonetas de reparto habría que hacerlas más limpias, ya que, si recorren las ciudades durante 10/12 horas al día, habría que ayudar a los transportistas a conseguir el fin.
El último paquete de medidas se corresponde con el rediseño urbano, que significa pasar a ciudades que le ganen terreno al tráfico y tengan más espacios verdes, peatonales y con bicicletas separadas de la circulación para que los riesgos sean menores. Sin embargo, todo pasaría por reducir los vehículos, porque si se consiguen más zonas peatonales, pero no se eliminan coches, al final se lleva la contaminación a otras partes.
¿Cuáles son los contaminantes que más impactan sobre la salud?
Según nos indica la OMS, los que más impactan sobre la salud humana son las partículas en suspensiones al contaminante. A nivel mundial bailan las cifras sobre muertes que se producen debido a la contaminación: algunos informes lo cifran en 4,7 millones de fallecimientos prematuros y otros lo estiman en 7; pero, a pesar de esto, el impacto es clarísimo. En Europa, la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que las partículas en suspensión producen 307.000 muertes prematuras anuales. Si cumpliéramos las guías ofrecidas por la OMS, podrían reducirse a 100.000.
El óxido de nitrógeno y el ozono ocupan la segunda y tercera posición de contaminantes. En las zonas rurales, nos encontramos con el benzopireno, que se emite de la quema de leña en calefacciones de este tipo. La leña se viene utilizando desde siempre, pero antes no se pretendían las calefacciones alimentadas a través de estufas de leña.
¿Cuáles son las enfermedades que se ven más resentidas como consecuencia de la mala calidad del aire en las ciudades?
En el último estudio de la revista Lancet, una de las más prestigiosas de medicina, atribuyen el 50% de las muertes producidas por la contaminación al incremento de las enfermedades cardiovasculares, mientras que un 30% se corresponderían con las respiratorias.
¿A qué colectivos afectaría más la contaminación del aire?
Sobre todo, afecta a la gente más expuesta a las emisiones del tráfico. Las personas que viven en zonas más cerca de las industrias o las más próximas a estaciones portuarias y aeropuertos también sufren el impacto de la mala calidad atmosférica. No obstante, en la mayor parte de las ocasiones, la contaminación del aire agrava enfermedades ya existentes.
España aprobó en 2019 el Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica para reducir los niveles de contaminación más nocivos para la salud. ¿Cómo se encuentra actualmente el plan?
Hay que ser positivos. España ha hecho un esfuerzo muy grande. En 2005 había 49 zonas de calidad del aire que incumplían la legislación vigente en lo referente a las partículas en suspensión, pero actualmente no hay ninguna zona que lo incumpla. Nos tenemos que poner las pilas y cumplir con la legislación, pero también acercarnos a los valores que propone la OMS en atención a la salud humana.
Actualmente se está revisando la Directiva Europea de calidad del aire y en 2023 tendremos una nueva directiva con unos valores límite mucho más estrictos. Esto significará que estaciones que ahora cumplen con la legislación, la incumplirán en un futuro con las nuevas modificaciones. Pensemos que en 1.990 había en Europa un millón de muertes prematuras atribuibles a la contaminación atmosférica. Ahora hay 350.000, que siguen siendo muchas, pero si se comparan los datos, serían 650.000 menos que hace 32 años. Personalmente, aunque llevemos mucho retraso con respecto a otros países, España está por el buen camino.
El impacto de la mala calidad del aire en la salud se estabilizó durante los años de pandemia en algunas zonas del planeta debido a las medidas contra la Covid. ¿Cree que podría estar teniendo un efecto rebote?
Sí, por supuesto. China es un gran ejemplo que lo explica. De hecho, el gobierno reconoció que van a construir más centrales térmicas de carbón para activar la economía. En los países desarrollados puede incrementar la contaminación, pero no por el Covid-19.
La Ley de Cambio Climático y Transición Energética exige la implantación de las zonas de bajas emisiones en ciudades con más de 50.000 habitantes antes del año 2023. Quedan apenas cinco meses para que finalice el año. ¿Ve factible su implementación?
Hay muchas ciudades españolas que están haciendo estudios importantes, como Valencia o Gijón. En el ámbito europeo, hay 280 ciudades que ya cuentan con zonas de bajas emisiones, en contraste con España, donde solo hay dos (Madrid y Barcelona). Hay muchas ayudas para las ciudades para que lo implementen, por lo que sería factible.
«Aunque llevemos mucho retraso con respecto a otros países, España está por el buen camino»
Como experto, ¿qué medidas recomendaría al ciudadano para contrarrestar el problema y rebajar el número de muertes que ocasiona al año?
La primera medida sería creerse que esto es un problema. En España, cuando se han hecho cuestionarios, más del 95% de los encuestados situaban el cambio climático como algo importantísimo. Sin embargo, con la crisis actual, muchos ya piensan que hay que volver al carbón.
La contaminación es un problema de salud pública y no exclusivo del ecologismo. Madrid y Barcelona ya están apercibidas de sanción por el Tribunal de Luxemburgo y serán multadas por incumplir una legislación impuesta, y no porque la Comisión Europea esté dominada por los verdes, sino porque se sabe que cuando se sobrepasan unos valores límite hay un impacto importante en la salud.
Para mí, lo más importante sería que nos creyésemos que la contaminación es un problema de salud pública, que precisamente es lo que hacen las sociedades más avanzadas en Europa. Cuando lo creen, exigen a los gobiernos que tomen medidas. Un gran ejemplo de movilización lo encontramos en la subida del coste de la electricidad, donde la ciudadanía ha exigido a sus dirigentes que reduzcan su precio. Sin embargo, nos advierten de las muertes prematuras que se producen a causa de la contaminación y de los incumplimientos a la legislación y no veo el mismo grado de queja por parte de la sociedad.
Por tanto, a nivel ciudadano pienso que lo más importante es que la población sea consciente del problema que supone el cambio climático, que se reduzca el uso del vehículo privado en las ciudades y, finalmente, que las casas estén acondicionadas climáticamente para hacer un menor uso de la calefacción en invierno y del aire acondicionado en verano.