¿Qué es la Huella Ecológica?
La Huella Ecológica se basa en el hecho de que todos los recursos renovables provienen de la tierra. Da cuenta de los flujos de energía y materia desde y hacia cualquier economía definida y los convierte en parámetros medibles de lo que la naturaleza provee para apoyar dichos flujos.
Zonas de impacto
La “huella” total para las actividades de una población designada se mide en términos de “hectáreas globales”. Una hectárea global es el espacio biológicamente productivo con una productividad anual igual a la media mundial.
En la actualidad, la biosfera tiene aproximadamente 11,2 mil millones de hectáreas de espacio biológicamente productivo, que corresponde a más o menos una cuarta parte de la superficie del planeta. Estas hectáreas biológicamente productivas incluyen 2.3 millones de hectáreas de agua de mar y ríos y 8,8 millones de hectáreas de tierra.
El espacio de la tierra se compone de 1,5 millones de hectáreas de tierras de cultivo, 3.5 millones de hectáreas de tierras de pastoreo, 3.6 millones de hectáreas de tierras forestales y 0,2 millones de hectáreas de tierra urbanizada. Estas superficies representan la suma total de hectáreas biológicamente productivas de las que dependemos para nuestra supervivencia.
La huella ecológica depende de los tipos de productos o servicios prestados por las hectáreas globales. Ya que el impacto de cada actividad en el Medio Ambiente es diferente. Y una excelente idea sería identificar las áreas que ejercen las mayores presiones sobre los ecosistemas, con el fin de establecer a las prioridades políticas, económicas y sociales de cada lugar.
Cada actividad genera su propia huella ecológica. Por tanto, las mercancías procedentes de tierras de cultivos, los productos de origen animal, los productos forestales, las áreas construidas, la energía y el uso del agua, son factores que influyen cada uno en su propia medida.
El crecimiento en el uso de los diversos productos animales y en el uso de la energía, especialmente la que proviene de los combustibles fósiles, son dos áreas que están aumentando rápidamente las huellas ecológicas locales.
La Huella de las Naciones
La huella ecológica depende de la cantidad total de hectáreas globales que se requieren para apoyar una población determinada. Con independencia de si esas hectáreas están dentro o fuera, de las fronteras nacionales donde vive dicha población.
Para ello, teniendo en cuenta el consumo neto de la población, se debe conocer la diferencia entre las hectáreas globales utilizadas para la producción (consumo interno y exportación) de las que se requieren para generar lo que se importa.
Las huellas individuales de las naciones varían considerablemente, desde las cotas máximas de cerca de 10 hectáreas per cápita para países como los Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Kuwait, a las mínimas de menos de 1 hectárea por habitante en lugares como Haití, Somalia y Afganistán.
Comparando la medida de la huella con la capacidad bioproductiva real cada nación, es posible determinar si el país está en un déficit ecológico (consume más de lo que tiene). O si posee una reserva ecológica y es resiliente.
Los EE.UU., Japón, el Reino Unido y los Emiratos Árabes Unidos tienen un grave déficit ecológico. Ya que requieren el uso de más hectáreas globales que las que sus territorios ofrecen. En cambio, Australia, Mongolia y Gabón son países poseedores de una importante reserva ecológica.
Algunos países pueden incurrir en déficit ecológico apropiándose de hectáreas bioproductivos de otros países. Este dato pone de relieve la íntima conexión existente entre la sostenibilidad ecológica y la justa distribución de los recursos nacionales y mundiales y la contribución del comercio internacional a las desigualdades en las Huellas nacionales.
La Huella como indicador
La Huella Ecológica no es una medida precisa de la sostenibilidad ecológica. Si bien es quizá la mejor estimación hasta la fecha, es importante reconocer sus limitaciones. En general, la Huella subestima el impacto de las actividades humanas sobre la biosfera. Porque suele centrarse en los recursos renovables. Y de esta forma ofrece información limitada acerca de los no renovables y su impacto en los ecosistemas (con la excepción de lo generado por los combustibles fósiles).
El concepto de «hectáreas globales» de bioproductividad promedio mundial es útil para examinar las cuestiones relacionadas con la huella global. Pero las aplicaciones individuales se refieren a lugares específicos donde hay un impacto. Estas áreas locales pueden tener tasas diferentes a la media mundial.
Otra limitación es que el enfoque permite valorar generalmente determinados tipos de áreas. Por ejemplo: tierras de cultivo, bosques, etc., por lo que no siempre se toman en cuenta los ecosistemas específicos dentro de estas zonas. Estas limitaciones no invalidan la Huella. Pero hacen hincapié en la importancia de interpretar cualquier aplicación específica con estas limitaciones en mente.
El hecho de identificar quién está contribuyendo al tamaño de la huella global. Y en qué proporción lo hace, puede ayudarnos a entender las ventajas y desventajas potenciales en el establecimiento de una escala óptima a diferentes niveles. También podría utilizarse para identificar objetivos de rendimiento para diversas naciones, industrias o regiones.