El Ministerio de Medio Ambiente recién se entera de que en el Parque Nacional Los Haitises hay siembra ilegal, deforestación para conucos. Al consultar a un experto agropecuario, me confirmó que esas plantas, por el tamaño, debían tener entre 4 y 5 meses sembradas.

Esta práctica lleva años y no solo en ese Parque, en todos. Es tan burdo lo que ocurre en Los Haitises, que bastaría con transitar la autovía del Este para ver a los conuqueros salir con sacos de víveres sembrados en esas lomas. Y hasta los venden en la carretera.

Las áreas protegidas solo cargan la protección en el nombre. En los últimos dos años, denuncian respetados y responsables ambientalistas, la situación ha pasado a ser crítica.

El Monumento Natural Dr. José Francisco Peña Gómez, en Loma del Flaco, cruce de Guayacanes, está abandonado. Igual suerte corre el Salto del Limón, en Samaná.

Por increíble que parezca, el Parque Cotubanamá, en Bayahíbe, tiene más de un año sin administrador. En el parque Francisco Alberto Caamaño, en Azua, deforestan invasores y carboneros.

La Sierra de Bahoruco no tiene administrador. Los Saltos de Jima, en Bonao, están cerrados. El Salto de Jimenoa, en Jarabacoa, cerrado. La Laguna Saladillo desaparece por la ganaderia extensiva.

Loma Las Filipinas, en el Bahoruco Oriental, cuya biodiversidad es invaluable, está siendo tragada por una minera con permiso estatal. Ni hablar de las barcazas en Los Negros de Azua. La complicidad de las autoridades para el proyecto en un área protegida es grotesca.

Hoy se dan cuenta de lo obvio. Anuncian que «Apresan ocho haitianos por sembrar yautía en Los Haitises». Esconden su ineptitud y sus miserias detrás del discurso patriotero. Ahí también deforestan dominicanos. Y lo hacen por el gigantesco descuido y abandono de Medio Ambiente.