Las especies invasoras están transformando a los Everglades
A lo largo de los años setenta, ochenta y noventa, Frank Mazzotti veía muchos conejos mientras conducía hasta su sitio de estudio en el Parque Nacional Everglades de Florida. Cada cien metros aproximadamente, veía uno sentado al borde de la carretera —generalmente un conejo de los pantanos, a veces un conejo cola de algodón—.
Pero desde principios de la década de 2000 comenzaron a desaparecer. El flujo de agua en el parque se había alterado drásticamente, dice Mazzotti, lo que podría haber dificultado la supervivencia de estas criaturas. Pero los científicos pronto descubrirían un gran culpable detrás de esta disminución.
Un nuevo depredador se había establecido recientemente en el parque: las pitones de Birmania, descendientes de mascotas exóticas escapadas o liberadas que parecían prosperar al interior de los Everglades, donde abundaban los roedores.
Cuando Mazzotti, ecólogo de la Universidad de Florida, y otros comenzaron a contar los mamíferos vistos a lo largo de las carreteras, descubrieron que, para 2011, los avistamientos de mapaches, zarigüeyas y gatos monteses se habían desplomado hasta en un 99 %, con pérdidas mayores en áreas invadidas por pitones. Los conejos habían desaparecido por completo.
En el parque, otros científicos liberaron conejos con dispositivos de rastreo y descubrieron que la mayoría de ellos terminaron dentro de los cuerpos, a menudo abultados, de serpientes saciadas. Claramente, los Everglades tenían un problema con las pitones.
Las pitones no son la única especie que vive en los Everglades que no pertenece allí. De hecho, el sur de Florida encabeza la lista entre las regiones no insulares por la cantidad de especies no nativas que ahora son residentes —con avistamientos tan comunes que muchos lugareños ya las consideran parte del hábitat natural—.
Las plantas exóticas constituyen un tercio de la biomasa vegetal total de Florida; las aves introducidas representan un tercio de los avistamientos de aves en el condado de Miami-Dade. Un asombroso 92 % de los reptiles y anfibios en los parques de Miami tampoco son nativos. Florida es, efectivamente, un zoológico de especies exóticas.
Recién ahora los científicos están aprendiendo cuán trascendentales son los impactos de estos huéspedes en ecosistemas como los Everglades —desde la transformación de las redes alimentarias y la propagación de enfermedades, hasta el agravamiento de los incendios forestales y posiblemente incluso de los efectos sobre la salud humana—.
Las especies invasoras de Florida están amenazando un esfuerzo histórico para restaurar el ecosistema de los Everglades: decenas de miles de millones de dólares se destinarán a su recuperación después de décadas de domesticación, drenaje y degradación. Los funcionarios públicos gastan decenas de millones en el estado cada año para matar especies no nativas que resultan imposibles de erradicar por completo.
Como en pocos otros lugares, el descontrolado experimento no intencional en Florida demuestra el verdadero costo de permitir que lo exótico se arraigue donde no pertenece. A medida que aumentan las invasiones de especies, los científicos de Florida esperan que su experiencia sirva como un llamado a otras regiones para que establezcan más salvaguardias contra las especies exóticas.
“Espero que la gente pueda aprender de nosotros”, dice el ecólogo conservacionista Christopher Searcy, de la Universidad de Miami. “Porque parece muy difícil hacer algo al respecto una vez que se ha llegado tan lejos”.