Conmoción en Francia después de que un buque arrojase 100.000 peces muertos al Atlántico

07-02-2022
Medioambiente
The Objective Media
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Shock en Francia por una gran alfombra de peces muertos que han sido arrojados a aguas del Atlántico por un arrastrero. El buque FV Margiris, el segundo barco pesquero más grande del mundo, habría arrojado más de 100.000 peces muertos al océano Atlántico frente a Francia, informan medios locales.

La ministra marítima de Francia, Annick Girardin, ha calificado las imágenes de los peces muertos, que forman una alfombra flotante de cadáveres detectada por activistas ambientales, como «impactantes» y ha solicitado a la autoridad nacional de vigilancia pesquera que inicie una investigación.

Virginijus Sinkevicius, el comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, también ha dicho que están buscando «información y pruebas exhaustivas sobre el caso».

Al parecer, el derrame, que ocurrió la madrugada del jueves, fue causado por una ruptura en la red del barco de arrastre, ha dicho el grupo de la industria pesquera Pelagic Freezer-Trawler Association (PFA), que representa al propietario del barco. En un comunicado, el grupo calificó el derrame de «ocurrencia muy rara».

La organización ecologista  Sea Shepherd ha publicado varias imágenes del suceso en las que se pueden ver la superficie del océano cubierta por una densa capa de bacaladillas, una subespecie de bacalao utilizada para producir palitos de pescado, aceite y harina de pescado en masa. De esta forma, la asociación asegura que el barco habría arrojado unos 100.000 peces que han cubierto un área de unos 3.000 metros cuadrados.

Sea Shepherd Conservation Society.

Los arrastreros como el FV Margiris utilizan redes de arrastre de más de un kilómetro de largo y procesan el pescado en fábricas a bordo, una práctica muy criticada por los ambientalistas. En 2012, el Margiris tuvo que abandonar aguas australianas después de varias protestas de activistas. El barco tenía una cuota para transportar 18.000 toneladas de pescado, pero el entonces ministro laborista de Medio Ambiente, Tony Burke, lo prohibió tras una protesta pública.