500 millones de personas no podrán beber aguas subterráneas para fines de siglo

18-07-2024
Medioambiente
Noticias Ambientales, Argentina
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Sin un acceso fácil a lagos, arroyos y represas de agua dulce, alrededor de uno de cada cuatro humanos depende de reservorios debajo de la superficie de la Tierra para sobrevivir.

Un equipo internacional de investigadores desarrolló un modelo a escala global de transporte de calor para poner cifras concretas a los aumentos de temperatura de las fuentes de agua subterránea en todo el mundo en diversos escenarios de calentamiento.

En el peor de los casos, casi 590 millones de personas en 2100 podrían depender de fuentes de agua que no cumplan con los estándares más estrictos de agua potable.

En una época en la que las olas de calor, el derretimiento de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar acaparan titulares con regularidad, rara vez pensamos en los efectos del calentamiento global sobre la tierra misma.

“Gran parte de la atención sobre el cambio climático se ha centrado en los fenómenos meteorológicos y la disponibilidad de agua”, explica el hidrólogo Dylan Irvine, de la Universidad Charles Darwin en Australia.

“Pero debemos pensar de manera más amplia sobre el impacto que tendrá el cambio climático sobre las aguas subterráneas”, agrega Irvine.

Es cierto que los estratos de roca y tierra que hay bajo nuestros pies no tienen la misma capacidad que el agua del mar para absorber el calor. Sin embargo, es sorprendente que se haya prestado tan poca atención a las consecuencias del calentamiento de las aguas subterráneas, especialmente cuando aspectos como la escasez y las tasas de recarga han sido objeto de tanto escrutinio.

Tal como están las cosas, el agua atrapada dentro de rocas porosas justo debajo de la superficie puede estar llena de minerales disueltos, contaminantes y patógenos potenciales, lo que a menudo la convierte en un último recurso desesperado para las comunidades que dependen de ella.

Si se calientan estos depósitos de movimiento lento tan sólo uno o dos grados, los resultados pueden ser catastróficos: privar al ambiente de oxígeno y facilitar el crecimiento de bacterias peligrosas o disolver concentraciones excesivas de metales pesados ​​como el arsénico o el manganeso.

“Ya hay alrededor de 30 millones de personas viviendo en regiones donde el agua subterránea es más cálida que lo estipulado en las más estrictas directrices sobre agua potable”, cuenta la autora principal del estudio, cuyos resultados fueron publicados en Nature Geoscience, Susanne Benz, geocientífica del Instituto Tecnológico de Karlsruhe en Alemania.

“Eso significa que puede que no sea seguro beber agua allí sin tratamiento. Por ejemplo, puede que sea necesario hervirla primero. Además, el agua potable se calienta en las tuberías gracias al calor del suelo”.

Incluso en poblaciones que cuentan con reservorios superficiales de tamaño suficiente cerca, las descargas de agua subterránea calentada podrían alterar dinámicas clave que mantienen el agua segura para el consumo humano.

Si se sigue el patrón podríamos esperar que las cifras actuales se dupliquen y que entre 77 y 188 millones de personas vivirían en un área en la que las aguas subterráneas no cumplen con los estándares más estrictos de potabilidad para el año 2100.

En un caso extremo de aumento de las emisiones de carbono, una cifra impresionante de 588 millones de personas podrían requerir que el agua que consumen a nivel local se someta a un tratamiento significativo antes de poder beberla.

No todos los lugares correrán el mismo riesgo. Las regiones con niveles freáticos profundos, como los Andes y las Montañas Rocosas, podrían permanecer seguras, ya que las aguas se mantendrán más frías durante mucho más tiempo.

Por el contrario, las comunidades en áreas con sistemas de aguas poco profundas o tasas extremadamente altas de calentamiento atmosférico casi con certeza tendrán que lidiar con un aumento de las temperaturas de las aguas subterráneas a niveles preocupantes.

En muchos casos, éstas son también las comunidades con menos recursos disponibles para hacer que su agua sea segura.

El equipo ha desarrollado una aplicación interactiva Google Earth Engine para permitir que cualquier persona pueda explorar los cambios proyectados en su área.

“Nuestros resultados muestran lo importante que es tomar medidas para proteger las aguas subterráneas y encontrar soluciones duraderas para contrarrestar el impacto negativo del cambio climático sobre las aguas subterráneas”, cierra Benz.