Un pagaré para las azoteas
Les debo a las azoteas
de La Habana varias cosas:
un poema a las esposas
que tienden la ropa, reas
de domésticas tareas,
diosas de agua, harén de espuma:
la melancólica suma
de estancadas tradiciones.
Manos húmedas, canciones
con que el aire se perfuma.
Les debo a las azoteas
versos de comas mojadas,
palabras recién lavadas,
rimas, silencios, ideas.
Altar de piedras ateas,
sucia y loca geometría
de secular poesía:
polvo, tragantes, palomas,
tiempo en todos los idiomas,
mística y melancolía.
Debajo de cada una
¿qué pareja estará usando
la piel, y cuál esperando
que abra sus cuartos la luna?
Azoteas: no hay ninguna
que no merezca un poema:
aquélla que los pies quema,
ésta que los humedece,
esa otra que un mar parece
donde la nostalgia rema.
Debajo están la ciudad,
la familia, los insectos,
el polvo con sus proyectos
de silencio y soledad.
Debajo está la otra edad
de la casa, el maquillaje
de las paredes. No traje
para cantar otra cosa
que esta mirada ruidosa,
líquida como el paisaje.
Nosotros, y la mujer
que tiende la ropa y canta.
Nosotros: última planta.
Nosotros: anochecer.
Deudas que empiezo a romper.
Sábanas que bate el viento.
Palomas, rejas, cemento.
Mano zurda que te escribe.
Azoteas: se prohíbe
reproducir el momento.
Alexis Díaz-Pimienta, poeta, decimero y escritor cubano.