Se cumplen cien años del nacimiento de Yuri Knórozov, el lingüista ruso que descifró la escritura maya: ¿cómo lo hizo?
Este sábado se celebra el centenario del nacimiento de Yuri Knórozov, el reconocido lingüista ruso que descifró la antigua escritura maya.
Nacido el 19 de noviembre de 1922 en el pueblo de Yuzhni (en la República Socialista Soviética Ucraniana), estudió historia en la Universidad de Járkov. Sin embargo, tuvo que interrumpir sus estudios debido al inicio de la Gran Guerra Patria y los continuó en 1943 en la Universidad Estatal de Moscú. Allí leyó un artículo del investigador alemán Paul Schellhas, que opinaba que descifrar los textos mayas era imposible.
«¿Cómo que un problema insoluble? Lo que es creado por una mente humana no puede no ser resuelto por otra. ¡Desde este punto de vista, los problemas insolubles no existen y no pueden existir en ninguno de los campos de la ciencia!», opinaba Knórozov.
¿Cómo Knórozov logró descifrar la escritura?
A su vez, el etnólogo británico Eric S. Thompson era partidario de que los jeroglíficos que utilizaban los mayas eran, en realidad, ideogramas. Es decir, que la escritura maya no estaba formada por letras, sílabas o palabras, sino por símbolos cuyos conceptos y significados estaban completamente ocultos.
Sin embargo, Knórozov no abandonó su idea y recurrió al libro manuscrito por el obispo español Diego de Landa en aproximadamente 1566, o para ser precisos, a una copia de esa obra elaborada por el francés Charles Étienne Brasseur de Bourbourg y publicada en 1864.
De Landa es conocido por ser el responsable de un proceso inquisitorial sin precedentes en las Américas y bajo sus órdenes se destruyeron numerosos libros y códices mayas. Pero al mismo tiempo en su libro el obispo transcribió, con ayuda de un nativo, el ‘alfabeto maya’: 29 signos que se comparaban con las letras del alfabeto latino. Fue ahí donde Knórozov descubrió la clave para el descifrado.
Analizando cuidadosamente el ‘alfabeto’, el lingüista ruso dedujo que el nativo maya, a sugerencia del eclesiástico, transcribió con jeroglíficos los nombres de las letras latinas en vez de sus sonidos. Además, lo hizo seleccionando jeroglíficos que denotaban las sílabas más cercanas en pronunciación.
Knórozov entendió que De Landa trató de transmitir de la manera más precisa posible la fonética de la lengua maya y llegó a la conclusión de que su escritura maya no es ideográfica, sino fonética y morfémico-silábica, o en otras palabras, que cada carácter se lee como una sílaba específica.
Posteriormente, el científico se centró en estudiar tres textos antiguos. Knórozov determinó que contenían 355 signos y ya en 1952 logró entender el modo de leer algunos de ellos. Al mismo tiempo, a principios de la década de 1950, completó el trabajo de descifrar los códigos mayas.
Su obra más conocida, ‘La escritura de los indígenas mayas’, fue publicada en 1963 y dio a la comunidad internacional la oportunidad de conocer los textos de esta antigua civilización.
Knórozov logró hacer su descubrimiento pese a que nunca había visitado el legado maya. «Soy un científico de despacho. Para trabajar con textos no es necesario correr por las pirámides», decía. Solo en 1989 finalmente viajó a Guatemala por invitación de su entonces presidente, Vinicio Cerezo. En 1994, Knórozov recibió la Orden del Águila Azteca por su trabajo.
El lingüista falleció en 1999 en San Petersburgo. En el 2012, en la ciudad mexicana de Cancún fue erigido un monumento en su honor, y seis años más tarde otro en Mérida.
Además, este jueves se inauguró un busto de Knórozov en la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo en conmemoración del centenario del lingüista, se celebró en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología y contó con la presencia de científicos, diplomáticos y compatriotas rusos.