«Quisiera amarte menos», breve novela erótica de Tatiana Goransky
Estar enamorada/enamorado siempre incluye algo del orden de perderse. Perderse en el barullo del deseo propio o ajeno que por naturaleza lleva límites difusos. Se suspende la razón y todo pasa por el cuerpo. Quisiera amarte menoses el título de la última novela de Tatiana Goransky que también funciona a modo de ruego en la voz de los personajes que sostienen distintas historias de (des)amor. Envueltos en sus vínculos, meros cuerpos mediados por el sexo, ellos se olfatean el miedo como perros, se pelean, acercan y alejan, se hacen añicos, anhelan amor puro. Martina López Casanova en el ensayo “La narración de los cuerpos” describe el punto neurálgico de la trama: “Narrar cuerpos supone volverlos protagonistas del relato y construir el conflicto en la confrontación que establecen. En este sentido lo sexual es un aspecto fundamental, aunque no el único. En cambio, las relaciones de poder pueden ponerse en juego a través de distintas focalizaciones de lo corporal”.
Así, armada desde la perspectiva de los cuerpos, el sexo en su modo explícito ocupa lugar en estos seis personajes atravesados por el desborde. Sin ningún tipo de andamiaje jerárquico van armando un entramado de confesiones, un hilado fino de relatos autónomos que logra construir unidad sobre la serie amor-sexo-violencia-cuerpo. Las voces se van sucediendo con sostenido ritmo narrativo sin lugar para pausas. La novela avanza en una historia de dolor que en las retrospectivas exige del lector, por momentos, la atención necesaria para atar cabos en una trama que atraviesa distintos tiempos y espacios.
La lectura obligada empieza en el fucsia rabioso de la portada del libro y continúa con la misma intensidad de color en el interior, en el texto que narra el costado más carnal del sexo en estos personajes tomados por el deseo irrefrenable que habita sus cuerpos. Deseo signado por la maternidad, los celos o el morbo. Por fuera, algunas preguntas que sostienen la novela, ¿En qué se mide el amor? ¿Hay mejores y peores? ¿Qué pasa cuando el amor se termina? ¿Qué se pone en juego en nombre del amor? Y como telón de fondo, sin estridencias y de modo lateral, el doble femicidio de la Dársena de Santiago del Estero del 2003, línea que se retoma con timidez en la trama. El resultado es una nouvelle de lectura rápida al mando de una escritura clara, audaz y atinada. Todo cierra, nada quedará rebotando en el aire al cerrar el libro. Todo está a la vista, un relato erótico efectivo ceñido a las formas clásicas de lo pornográfico y cumple con dignidad hasta el final lo que promete en las primeras líneas.
Quisiera amarte menos se publicó primero en España y luego en Argentina por Galerna, es la segunda novela de lo que la autora reconoce como una trilogía involuntaria junto a Fade out y La mujer menos probable. A las tres las une la pregunta por el amor en torno a la obsesión, quea de algún modo liga con toda su producción anterior, ya que “la obsesión” como tema es denominador común en todas sus novelas. Con un recorrido silencioso pero constante, Tatiana Goransky participa de festivales, da charlas y viene publicando su obra por distintas editoriales desde el año 2005. Lulúpe María T,Los impecables, El don del agua, son algunos de sus títulos. Novelas cortas con acento muy marcado en la construcción de personajes. En más de una entrevista se la encuentra afirmando el punto central que esto tiene en su literatura. Cuenta que es en lo primero que piensa, se toma el tiempo necesario en delinear el carácter/phatos y cada detalle del personaje, les imprime limitaciones físicas o atributos extraordinarios para hacerlos jugar en la trama. Es su punto de partida. Tiene un método, les pone una serie de obstáculos y los hace crecer desde esas limitaciones: un excelente tenista cuyo objetivo vital es ser el mejor alcanza pelotas, el deseo de ser anfibio o una mujer en busca del silencio que emite canciones por los oídos como si fuera un diario íntimo parlante. “Me gusta cuando empiezo un libro trabajar con obstrucciones.”, afirma la autora.
Goransky se siente, primero, hija de la dramaturgia pero se presenta como escritora y cantante de jazz. Dos actividades que le permiten cultivar con el mismo nivel de intensidad la vida interior de la escritura y la del escenario como cantante que le permite, en sus palabras, «desencerrarse». Además, estudió cine, es documentalista y aficionada a la fotografía. Le gusta desmitificar aquello que dice que abarcar más de una actividad profesional es contraproducente para cada disciplina. Tiene una anécdota familiar que sostiene la teoría. Era pequeña y todos los meses recibía una encomienda desde San Juan de su abuelo paterno Saul. Una caja con casco y fusta y una nota que aclaraba: «para mi joqueta»; al mes siguiente otra con ropa de baile y la nota correspondiente («para mi bailarina»), pinceles y acuarelas y ahí otra nota, «para mi pintora». Para hablar de la escritura se remonta a la adolescencia. Recuerda que empezó llenando un cuaderno con poesías, y algunos trazos en tono de novela. Ya de joven de a poco el pasatiempo se fue convirtiendo en un oficio escribiendo por encargo como ghostwriter, haciendo reseñas de novelas y películas pornográficas, agregando contenido a un blog sobre sexo, actividad que duró más de diez años, como columnista en diversas revistas temáticas o más comerciales. Toda esta experiencia en el amplio espectro de escritura la han puesto en un lugar de “escritora asalariada”, cosa que refracta de modo directo en su literatura. Consecuente con una sintaxis perfecta que le permite avanzar en tramas sin recodos, muchas con tendencia hacía lo policial, y perfilados personajes.
En dirección contraria a lo profuso, Tatiana Goransky escribe descarnado, sin zonas de descanso y al ritmo que exigen los encuentros sexuales (clandestinos, quizás) de zaguán. Un tono duro, al hueso y sin preámbulos podría conformar el mapa de atributos de Quisiera amarte menos, en una fina línea entre lo políticamente incorrecto y la apuesta por un relato erótico que por momentos encuentra destellos en la intención de correrse de los marcos habituales para pensar los vínculos entre amor, sexo y violencia.