¡Oh! Habana querida, hoy me alejo de tus tierras, pero con la firme convicción de volver algún día. No te digo adiós, más bien te abro las puertas a mi vida.

De ti me llevo la alegría y la sonrisa de cada una de tus caras, esas que recordaré en cada una de mis andanzas, porque ellas serán las que me ayudarán a descubrir nuevas esperanzas.

Esta jornada aquí no termina. Al contrario, le abre nuevas oportunidades a la vida. Nuevos retos, desafíos y aventuras veo asomarse a la vuelta de la esquina.

Hoy cada uno partió a su destino y, desde distancia, sé que ahora seremos más unidos, porque tú, Haban,a te has encargado de enlazar nuestros caminos.

De ti no me despido, porque el que lo hace, echa al olvido lo vivido. En su lugar, viviré recordando a cada uno de los amigos que a mi puerta tú, Habana, has traído.

¡Oh! Habana te escribo este fragmento de flor y sal, porque te lo mereces, puesto que me has dejado a nuevos amigos que por mi propia cuenta nunca podría encontrar.

Y, finalmente, Habana, a ti te digo que eres tan fuerte y cortés como el ron que de tus cañas he bebido. Ojalá me dejes cultivar los frutos que en tu tierra hoy se quedan esparcidos.

Y es que no hay mejor forma de dejar en ti mis huellas, que sabiendo que pronto habrá otro congreso en el que volveré a abrazar a cada uno de mis nuevos amigos.