Luis Rogelio Nogueras y su Halt, 41 años después
El pasado 21 de octubre, un poema cumplía 41 años, fruto de una visita que su autor realizó en 1979 a Cracovia en Polonia, donde se encontraba el mayor campo de miedo y horror de toda la humanidad: Auschwitz.
Su autor plasma en el poema un elemento sociopolítico, recordándoles a los judíos las barbaries acontecidas en el pasado reciente con sus antepasados, como una manera de gritar compasión por los libaneses y frenar los ataques a Beirut.
Al comenzar a leerlo, duele en el alma como si fueras parte de lo acontecido, un poema triste, desgarrador, pero hermoso.
Desafortunadamente, quisiéramos recordar el poema para analizar sus versos, prosa, métrica, estética, pero la realidad es que a 80 años de la creación de ese maldito campo, a 75 que se liberó, y a 41 de este poema, sigue teniendo vigencia el llamado de Luis Rogelio Nogueras, porque estoy seguro que lo escribió con dolor pero no para que perdure en el tiempo, más bien para que nunca olvidemos nuestra condición de seres humanos.
Hoy que tenemos un presidente descendiente de libaneses, hoy que pensamos en mover embajadas de una ciudad a otra entrando en un juego de interés geopolíticos foráneos, este poema va cargado de memoria y verdad histórica para nosotros los dominicanos también.
Halt!
La artillería israelí sigue cañoneandocampamentos de refugiados palestinosen el Sur del Líbano (de la prensa)
Recorro el camino que recorrieron cuatro millones de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido
de nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo olvidaron tan pronto
el vaho del infierno.