Federico García Lorca: a 89 años de su asesinato

19-08-2025
Literatura
Pijama Surf
Compartir:
Compartir:

Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario del fusilamiento de Federico García Lorca, ocurrido el 18 de agosto de 1936. Granada vuelve a teñirse de silencio y canto.

Hay flores, guitarras y voces que lo recuerdan como lo que siempre fue: un poeta del pueblo, un dramaturgo que puso palabras donde antes había miedo, y un hombre que hizo del arte un grito de libertad.

Nació en Fuente Vaqueros en 1898, entre el aroma a azahar y la música del campo andaluz. Desde joven entendió que las raíces eran también alas, y que en los mitos y la tradición popular habitaba un universo entero de símbolos.

En Madrid se unió a Dalí, Buñuel y la Generación del 27, pero Lorca nunca dejó de escuchar el eco de su tierra. Convirtió ese pulso en versos y en teatro, fundiendo folclore, surrealismo y tragedia en un estilo único.

Su obsesión era clara: la vida y la muerte como amantes inseparables; el deseo reprimido que arde bajo la piel; la mujer como figura trágica, encarcelada por una sociedad implacable; el pueblo gitano y los marginados como espejos de una verdad que la cultura oficial no quería ver.

En su ensayo En busca del duende, Lorca lo describió como esa fuerza oscura y visceral que nace del dolor y da sentido al arte. Y así escribió siempre: con sangre, con música, con fatalidad.

En la poesía nos dejó joyas como Romancero gitano, donde Andalucía se vuelve mito entre lunas y cuchillos, o Poeta en Nueva York, donde descubrió un nuevo dolor: el del exilio interior frente

Da click aquí para encontrar el libro

…y en el teatro creó una trilogía rural que aún palpita con fuerza: Bodas de sangre, la pasión condenada por el destino; Yerma, la maternidad imposible que se transforma en grito; y La casa de Bernarda Alba, la prisión doméstica donde la represión femenina se vuelve tragedia colectiva.

Da click aquí para encontrar el libro

Lorca no solo escribió: llevó el teatro a los pueblos con La Barraca, convencido de que el arte debía ser un derecho y no un lujo. Su misión fue tan clara como peligrosa en tiempos de intolerancia: dar voz a quienes siempre habían sido silenciados.

Ese gesto lo convirtió en objetivo. En agosto de 1936, a los 38 años, fue detenido y fusilado en Granada. Su cuerpo nunca apareció, y esa ausencia se transformó en símbolo: la herida abierta de una España que quiso callar a su poeta más luminoso. Pero el intento fue inútil: con su muerte, Lorca se volvió inmortal.

Hoy, 89 años después, su voz sigue siendo necesaria. Porque sus versos hablan de las mujeres que aún luchan contra las cadenas, de los amores prohibidos que reclaman existir, de los pueblos marginados que resisten en la penumbra.

Su obra late en cada escenario que representa sus dramas, en cada lector que se estremece con su poesía, en cada artista que persigue ese duende que él nombró.

Recordar a García Lorca no es un acto nostálgico, es un compromiso con la vida y con el arte que se atreve a decir lo indecible.

Su poesía, cargada de símbolos y heridas, sigue siendo espejo de lo humano. Y mientras haya voces que repitan su nombre, su muerte será siempre un acto fallido: porque Federico no se fue, Federico todavía escribe en el aire.