El teletrabajo sacude el mercado inmobiliario

19-04-2021
Hábitat urbano
Público, España
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Un joven pasa por delante de un local cerrado, en venta, en el centro de Madrid. — Susana Vera / REUTERS

EDUARDO BAYONA@E_BAYONA

A las empresas de pequeño tamaño y a los autónomos cada vez les cuesta más mantener abierto un local. Y decenas de miles de ellos, cuyos negocios no requieren tener una puerta abierta al público o alojar un proceso productivo, han acabado por cerrarlos. En unos casos, por la clausura de la actividad, y en otros, por haber optado por el teletrabajo y por sustituir las reuniones presenciales de los socios o la plantilla por encuentros telemáticos.

«Mucha gente no puede pagar los locales y otra los está dejando para trabajar en casa. Muchos pequeños locales se están desalojando, especialmente en ciudades como Madrid», explica Cristina Garcés, API (Agente de la Propiedad Inmobiliaria) en Zaragoza y fundadora de Aportalia, una red de ámbito estatal que enlaza a 19 agencias de la propiedad inmobiliaria.

«Las oficinas se están quedando vacías. Mucha gente se ha dado cuenta de que los socios de un despacho pueden trabajar desde sus casas y reunirse por zoom o por otras aplicaciones», añade.

Eduardo Abad, secretario general de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos), que confirma esa tendencias de cierre de locales y recurso al teletrabajo, llama la atención sobre algunos efectos secundarios de la extensión del teletrabajo como consecuencia de la pandemia de la covid-19.

«Los autónomos que se dedicaban al mantenimiento, incluida la limpieza, y a prestar servicios auxiliares a los centros administrativos empresariales y a los despachos y oficinas están desapareciendo y yéndose a su casa», señala, como consecuencia de la emergencia de «un tipo de empresa ‘fantasma’ que subcontrata servicios profesionales para quedarse el rendimiento».

La crisis y sus remedios envían trabajadores a casa

Los impactos en el mercado de trabajo de esos cambios vinculados a la pandemia resultan diáfanos. Por una parte, según los datos del Ministerio de Trabajo, al cierre de marzo de este año operaban en España 49.252 empresas con empleados menos que al terminar febrero de 2020, a dos semanas de la declaración oficial de la pandemia.

Tres cuartas partes de ellas, 36.494, eran de menos de diez trabajadores, lo que apunta a un elevado nivel de desalojo de locales, y el impacto ha sido especialmente intenso en sectores donde son frecuentes los micronegocios, como la hostelería (15.431), el comercio (7.628) y la cultura y el entretenimiento (2.876), y en otros como el transporte (5.233), los servicios auxiliares (1.641) y ‘otros’ servicios (5.652).

Paralelamente, según la EPA (Encuesta de Población Activa) del INE (Instituto Nacional de Estadística), el año pasado, con una caída de medio millón de ocupados que dejó su número en 19,2 millones, la cifra de autónomos que nunca trabaja en casa se mantuvo estable en 2,16 mientras la de quienes lo hacen más de la mitad de los días crecía en 45.000 para alcanzar los 572.000.

El trasvase fue más notable entre los asalariados: 1,9 millones desaparecieron del apartado «ningún día» trabaja en casa para aumentar en 157.000 los que lo hacen ocasionalmente y en casi 1,1 millones la de quienes en más de la mitad de las jornadas se quedan en su domicilio. Los 650.000 de diferencia se repartieron entre los ERTE y el desempleo.

El desplome del negocio inmobiliario

Y esas tendencias del mercado laboral están teniendo claros impactos en sectores como el inmobiliario, especialmente en el apartado del alquiler.

Así, los Informes de Recaudación de la Agencia Tributaria de los últimos meses revelan un notable descenso de los ingresos por las retenciones de los arriendos, un pago a cuenta del 19% de las rentas que están obligados a realizar las empresas y profesionales que se alquilan inmuebles, ya sean viviendas, locales o de otro tipo.

Según indica el informe de diciembre, las retenciones por el arriendo de locales a empresas registraron una merma de 116 millones de euros que revela una caída del negocio de más de 600 y que sitúa la facturación de las inmobiliarias españolas por este concepto, y el pago por él de las sociedades, principalmente de las pymes, en el nivel más bajo de la década.

Ese mismo documento reseña una caída menor, del 7,4%, y de 752 millones de euros, en el negocio inmobiliario con los particulares, que además del alquiler de locales a autónomos incluye el de viviendas a familias.

Una parte de la reducción de los pagos, las facturaciones y las retenciones por estos conceptos, que en ningún caso afectan a los arriendos de viviendas y locales cuando el casero es alguien que no se dedica profesionalmente al alquiler de inmuebles, está vinculada a las moratorias decretadas por el Gobierno ante el parón de la actividad económica, si bien el grueso parece más bien tener que ver con los efectos del teletrabajo y el cierre de empresas.

«Las caídas observadas en las retenciones por arrendamientos (-7,4%) y en los pagos fraccionados (-10%) respondieron a la debilidad de la actividad, aunque en el último caso también a la reducción de ingresos inducida por las medidas aprobadas en favor de las pequeñas empresas», indica el informe de la Agencia Tributaria, que anota que en este caso, como ocurrió con los ingresos de los autónomos y los empleados de las pymes, «el descenso fue el reflejo de la situación genera».

La situación está empeorando en el arranque del año, según recogen los informes de enero y de febrero, que sitúan en el 11,2% la disminución del negocio del arriendo a particulares y en el 12% el que tiene como clientes a las empresas.

Esa mayor disponibilidad de locales, por otro lado, está tirando a la baja de los precios, explica Garcés. Algo similar está ocurriendo con las naves industriales.

Un modelo económico que saca a los consumidores de la calle

La extensión del teletrabajo está teniendo efectos negativos para otros sectores económicos. «El consumo interno ha descendido de una manera alarmante. Con el teletrabajo las empresas están ahorrando costes en locales y en suministros como la electricidad que mayoritariamente están recayendo sobre los trabajadores», explica Abad, que anota que «el consumo de estos, que era fundamental para la viabilidad de muchas empresas gestionadas por autónomos, se ha desplomado. Menos trabajadores en la calle significa menos consumo interno y más negocios en peor situación», explica Abad.

Se refiere, además de a los servicios auxiliares y de mantenimiento, a ramos como los bares de menú del día, cuyo «negocio cayó el año pasado un 70% en España, lo que ha llevado al cierre a 4.000 establecimientos». «Las zonas de los grandes centros de oficinas han quedado desiertas, sin trabajadores a los que venderles un café o un menú», añade, al tiempo que advierte de cómo la extensión del teletrabajo en la función pública intensificará esa situación.

Para Abad, «se trata de un consumo y un trabajo que se han perdido y que nadie va a reemplazar«. «El teletrabajo ha venido para quedarse, pero no por razones sanitarias sino económicas: las empresas están teniendo un ahorro sin precedentes», sostiene, mientras «se está implantando un modelo que está sacando a consumidores de la calle y que impulsa el comercio no presencial. Lo que viene detrás de eso es hambre».