Vuelve Black Friday, y con ello los engaños
Desde hace ya varios años, Black Friday se ha vuelto una costumbre para estas fechas, tomando pauta de su lugar de origen, Estados Unidos, donde la locura de las compras navideñas típicamente arranca al día siguiente de la celebración de Acción de Gracias.
También conocido como Viernes Negro -aunque pocos lo usan por entender que Black Friday es más exótico y atractivo-, esta es una fecha caracterizada por llamativas ofertas a los más variados niveles: electrodomésticos, ropa, joyería, electrónica de consumo y hasta servicios.
En la medida en que este fenómeno se ha globalizado, ha cambiado también en cuanto a formato, pues, a pesar del nombre, muchas ofertas no se circunscriben a un viernes particular. Dependiendo del comercio, hay ofertas de Black Friday que duran todo un fin de semana, mientras que en otros casos duran hasta una semana o más.
Aprovechar ofertas, siempre que tengamos la necesidad de hacer esa compra y contemos con los recursos de lugar, es una buena idea, al menos en teoría. Sin embargo, abundan las anécdotas de personas que se han sentido estafadas en el Black Friday dominicano, registrándose de igual manera este fenómeno fuera del mercado local.
Hay comercios que artificialmente suben los precios para luego “bajarlos” a propósito de Black Friday y así atraer compradores. Asimismo, se ha demostrado en más de una ocasión, dentro y fuera del país, que a menudo aparecen mejores ofertas fuera de Black Friday, por tanto, no nos podemos llevar ciegamente de la algarabía de lo que se anuncia.
Es malo sentirnos engañados a nivel de tiendas físicas, pero la cara verdaderamente fea de Black Friday la encontramos en el entorno online, y no necesariamente porque las tiendas presenten ofertas engañosas. No, lo verdaderamente espeluznante de Black Friday es la cantidad de ganchos en los que podemos caer por vía de la ciberdelincuencia que nunca descansa.
Ahora como nunca hay que andar con el ojo pelado para poder identificar adecuadamente enlaces falsos que buscan tentarnos con jugosas ofertas que tienen por objetivo robarnos los datos financieros y nuestra identidad. Una vez ocurre este robo, puede pasar cualquier cosa, ninguna de ellas positiva.
Además de los enlaces engañosos que representan intentos de phishing, hay sitios online que no ofrecen seguridad alguna a nivel de transacciones, y este es otro gancho que debemos evitar. Si una tienda no tiene https en su URL a la hora de pagar, salga huyendo, porque las consecuencias pueden ser feas: dinero perdido y datos financieros potencialmente robados.
El mejor consejo para este y cualquier otro Black Friday con el que nos crucemos en el futuro es el siguiente: si no tiene que comprar nada, evite esas ofertas, porque mucho de este fenómeno es social, motivado hasta cierto punto por presión de grupo.
Hay que gastar el dinero de manera consciente, sin presión de parte de comerciantes que, en muchos casos, aprovechan para salir de mercancía vieja que de por sí está de salida. Mucho ojo con esto también.
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