Los drones están revolucionando la investigación sobre los mamíferos marinos

13-12-2025
Ciencia, Tecnología e Innovación
Knowable Magazine
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En 2010, la plataforma petrolífera Deepwater Horizon explotó en el Golfo de México, provocando uno de los mayores derrames de petróleo marinos de la historia.

Tras la catástrofe, el científico especializado en ballenas Iain Kerr viajó a la zona para estudiar cómo había afectado el derrame a los cachalotes, lanzando dardos especiales a los animales para recoger muestras de tejido del tamaño de una goma de borrar.

No le fue bien. Cada vez que su barco se acercaba a una ballena que salía a la superficie para respirar, el animal desaparecía bajo las olas antes de que pudiera alcanzarlo. “Me sentía como si estuviera jugando al Whac-A-Mole”, dice.

Al caer la noche, una ballena se zambulló delante de Kerr y lo cubrió de mocos de ballena. Esa desagradable experiencia le dio una idea a Kerr, que trabaja en el grupo conservacionista Ocean Alliance: ¿y si pudiera recoger esos mismos mocos sobrevolando de alguna manera a la ballena?

Los investigadores pueden obtener mucha información de los mocos de ballena, incluida la secuencia de ADN del animal, su sexo, si está embarazada y la composición de su microbioma.

Tras muchos experimentos, la idea de Kerr se convirtió en lo que hoy se conoce como SnotBot: un dron equipado con seis placas de Petri que recogen el moco de las ballenas sobrevolándolas cuando salen a la superficie y exhalan por su espiráculo.

Hoy en día, drones como este se utilizan para recoger moco en todo el mundo, y no solo de cachalotes: también recogen este moco de gran valor científico de otras especies, como las ballenas azules y los delfines. “Diría que los drones han cambiado mi vida”, afirma Kerr.

Cuando una ballena exhala mocos por su espiráculo, un dron los recoge, lo que proporciona a los científicos información vital sobre el estado físico del animal.

No es solo moco

La recolección de mocos es una de las muchas formas en que se utilizan los drones para estudiar a las ballenas. En los últimos 10 a 15 años, la tecnología de los drones ha avanzado mucho, volviéndose asequible y fácil de usar. Esto ha sido una bendición para los investigadores.

Los científicos “están encontrando aplicaciones para los drones en prácticamente todos los aspectos de la investigación de los mamíferos marinos”, afirma Joshua Stewart, ecólogo del Instituto de Mamíferos Marinos de la Universidad Estatal de Oregón.

Lo más importante es que los drones reducen la necesidad de acercarse a las ballenas con un barco. Esto significa menos molestias para los animales y también es más seguro para los científicos, ya que estar en un barco pequeño cerca de una ballena gigante puede ser peligroso.

Los drones también tienen ventajas significativas sobre los aviones, que históricamente han desempeñado un papel importante en la recopilación de datos sobre las ballenas.

El uso de aviones es caro y requiere toda una tripulación para manejarlos, mientras que los drones son más baratos, más fáciles de usar y solo necesitan uno o dos operadores, afirma Stewart.

Los drones permiten a los científicos “ver las cosas desde una perspectiva absolutamente nueva”, afirma David Johnston, ecólogo marino conservacionista de la Escuela Nicholas de Medio Ambiente de la Universidad de Duke. El ángulo oblicuo desde el que los científicos pueden ver una ballena desde un barco “en realidad no te da mucho con lo que trabajar”, afirma Johnston.

El nuevo mundo de información que proporcionan los drones que sobrevuelan la zona permite a los investigadores medir más fácilmente el tamaño, el estado físico y la salud de las ballenas, identificar a cada animal a partir de las características de su cuerpo y mucho más.

Aunque gran parte de la investigación con drones se lleva a cabo sin contacto cercano con las ballenas, algunos científicos están utilizando drones para lanzar etiquetas de seguimiento de movimientos y comportamientos sobre los animales.

Sin drones, los investigadores deben acercarse a las ballenas desde un barco, normalmente utilizando una pértiga larga o un rifle de aire comprimido para colocar las etiquetas en las ballenas.

Un dron, por su parte, puede simplemente volar por encima y soltar una etiqueta adherida a una ventosa que “simplemente se pega a la ballena”, dice Stewart. O, como en un estudio publicado en agosto de 2025, los drones pueden aplicar una etiqueta directamente sobre la ballena empujando la ventosa sobre su lomo.

La perspectiva aérea que ofrecen los drones está revelando comportamientos novedosos. “He visto más comportamientos únicos en los últimos cinco u ocho años con drones que en los 30 años anteriores”, afirma Kerr.

En 2025, por ejemplo, científicos reportaron que algunas ballenas utilizan regularmente trozos de algas para acicalarse mutuamente, enrollándolos contra el cuerpo de sus compañeras, una observación obtenida a partir de 9 horas de imágenes tomadas con drones de 25 orcas, filmadas frente a la costa del estado de Washington.

Un dron lanza una etiqueta que puede rastrear el movimiento y el comportamiento de una ballena azul, donde se adhiere mediante una ventosa.

Este inusual ejemplo de uso de herramientas entre los cetáceos habría sido casi imposible de captar de otra manera.

“Nunca habríamos visto este comportamiento sin la vista aérea que nos proporciona el dron”, afirma el autor del estudio, Michael Weiss, ecólogo conductual del Centro de Investigación de Ballenas de Friday Harbor, Washington.

Aunque los drones están abriendo un mundo de posibilidades a los científicos que estudian las ballenas, aún hay margen de mejora. Muchos drones, especialmente los pequeños, tienen limitaciones en cuanto a la batería.

“Con un dron pequeño solo se puede volar durante unos 45 minutos o una hora, si se tiene mucha suerte”, afirma Johnston.

Las normativas sobre drones limitan el alcance de vuelo en muchos países; en Estados Unidos, por ejemplo, los operadores deben mantener las máquinas dentro de su campo de visión, a menos que tengan una licencia especial.