Todos quieren incursionar en la IA
Se veía venir: Mira Murati, quien renunció en la última semana de septiembre a su cargo de CTO (jefa de tecnología) en OpenAI, está buscando fondos para una nueva startup de inteligencia artificial.
La noticia no debe sorprender a nadie, sobre todo cuando Murati, al momento de partir, posteó en X su necesidad de crear el tiempo y el espacio para hacer sus propias exploraciones en el ámbito de la IA.
Murati, quien según reportes espera recaudar 100 millones de dólares en una primera ronda de financiamiento con capital de riesgo, no es la primera persona en salir de OpenAI para posteriormente iniciar una nueva startup.
Antes de Murati se vio la situación con Ilya Sutskever, el ejecutivo de OpenAI que provocó el breve despido del CEO de esa compañía, Sam Altman, en noviembre pasado, un episodio que rápidamente se convirtió en chisme y circo de mal gusto por la manera torpe en que fue manejado.
Sutskever renunció en mayo de este año, y no tardó en anunciar su propia startup, Safe SuperIntelligence, la cual recaudó mil millones de dólares en septiembre de este año. Como para diferenciarse lo más posible de OpenAI y remarcar las diferencias con Altman, Sutskever ha hecho gran énfasis en el enfoque ético de esta aventura.
Decir que la inteligencia artificial está de moda y que encierra gran potencial y múltiples oportunidades está de más, pero… ¿es esto lo único que requiere de financiamiento?
Es un mundo que vive de estándares, donde tarde o temprano se busca la unificación de sistemas por una cuestión de funcionalidad, simplificación y practicidad, ¿cuántas compañías de inteligencia artificial más se requieren, cada una trabajando en algo muy similar?
Analistas de mercado llevan todo este 2024 advirtiendo de la fatiga de la IA a nivel de los grandes inversionistas, pues hay una sensación de que este desarrollo no satisface del todo las expectativas creadas, quizás porque se trata de algo ambicioso y que toma tiempo en alcanzar sus exigentes metas.
A pesar de esta fatiga, se sigue invirtiendo en IA, en detrimento de otras áreas tecnológicas y no tecnológicas que también requieren de un empujón.
Quizás el problema aquí tenga que ver con el enfoque capitalista. La meta de todo negocio es generar ingresos, y a veces no importa que en el camino a esa meta se haga daño a terceros, como ha ocurrido con desarrollos como las redes sociales y los insaciables algoritmos que las alimentan.
En vez de tanto énfasis en la IA, a menudo potenciándose su lado menos amable, ¿por qué no invertir en mejorar las fallas básicas de la sociedad hiperconectada de hoy?
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