Si luce demasiado bueno…
En esta época hiperconectada y digital en que nos ha tocado vivir, estamos rodeados del engaño y la ilusión.
Así, por ejemplo, interactuamos con perfiles en redes sociales que no siempre son quienes dicen ser. Abundan igualmente las cuentas de negocios falsas, donde los bienes y servicios ofertados no pasan de ser una ilusión.
Los recursos digitales facilitan muchas cosas, desde improvisar un negocio hasta vender una imagen totalmente alejada de la realidad, diseñada para atraer, distorsionar e impresionar.
Esto último resume dos casos que se han puesto de moda en lo que va de 2022, todo gracias a Netflix.
Quienes estén suscritos a este servicio, lo mismo que aquellos que dan fiel seguimiento a sus redes, ya se habrán familiarizado con las andanzas del Simon Leviev, alias el estafador de Tinder, y de Anna Delvey, la falsa heredera alemana que engañó y estafó a la alta sociedad neoyorquina.
Catfishing, phishing, malware, spyware y doxing son tan solo algunos de los peligros latentes asociados al estilo de vida digital que todos hemos adoptado.
Como si no fuera suficiente la amenaza constante de robo de identidad a la que estamos sometidos, ahora también hay que cuidarse de maleantes habilidosos y bien parecidos que andan tan solo buscando un dinero fácil entre sus víctimas.
Peor que este tipo de engaños es la tendencia a aprovechar redes sociales y plataformas digitales para atraer víctimas a esquemas piramidales que prometen multiplicar una leve inversión en un dos por tres.
Desde la época de Charles Ponzi estos engaños existen, pero ahora se reproducen con una rapidez inusitada gracias a la omnipresencia de las redes y las apps de mensajería.
En estos días ha sido noticia la estafa de KakaoTalk, y aun cuando abundan las historias de horror de gente que perdió algunos miles largos de pesos, no se duda en brincar al próximo gran engaño.
El fenómeno no es exclusivo de la República Dominicana, pero por un conjunto de factores particulares, ahora mismo se hacen muy comunes estos engaños en la isla.
Una y otra vez se ha advertido a la gente que cuando las cosas lucen demasiado buenas, lo más probable es que sean un engaño.
Tristemente, la gente no aprende: empujados por la ambición y el deseo de aparentar en redes sociales y fuera de ellas, se meten en esquemas de dinero fácil que al final dejan a más de uno enganchado.
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