Sí, interactuar con robots podría ser peligroso
Nos hemos acostumbrado tanto a la automatización de las cosas que a veces no reparamos en que estamos rodeados de robots, la mayoría sin el temido aspecto humanoide que hemos llegado a asociar con historias de horror sacadas de lo más profundo de la ciencia ficción.
Aun cuando no hemos llegado al punto de la evolución en la que los robots conviven libremente con humanos en una sociedad mixta, las cosas ciertamente van por ese rumbo, y es así como se han visto propuestas de robots de compañía, para intimidad, de asistencia en el hogar y hasta para cuidado de niños.
Ha habido también propuestas humanoides, donde tanto el aspecto como los gestos del robot simulan ser humanos, a veces de manera demasiado convincente.
Esta última categoría de robots casi humanos es la menos común, y la razón que tiende a haber una altísima tasa de rechazo a máquinas que simulan ser humanas, fenómeno denominado “uncanny valley” o “valle inquietante”.
Entramos al “valle inquietante” cuando interactuamos con algo que parece humano pero que deja entrever que no lo es. Es una sensación difícil de describir y, según se ha demostrado, desagradable.
Lo anterior explica por qué los robots, cuando tienen cara, suelen mostrar un aspecto amigable o gracioso, sin dejar a un lado su naturaleza robótica y artificial. En muchos otros casos, sobre todo si se trata de un robot para trabajo rutinario o para demostrar avances, suele obviarse la cara y simplemente se presenta como lo que es: una máquina.
Sea cual sea el aspecto, una cosa que nunca debemos olvidar es que un robot es una máquina que está programada para actuar de cierta manera dentro de un conjunto de circunstancias, y eso a veces puede traer problemas si no seguimos el protocolo adecuado.
En estos días, según reporta el periódico inglés The Guardian, un robot agarró la mano de un niño y le rompió un dedo durante un partido de ajedrez que se disputaban en el Abierto de Ajedrez de Moscú.
El incidente no fue tan bárbaro como quizás se lee: sucedió que el niño hizo una jugada muy rápida, sin dar suficiente tiempo al robot, y el resultado es lo que quedó plasmado en el video que compartimos aquí.
Aun cuando no se trató de una reacción adversa del robot hacia el niño, los responsables del torneo de ajedrez indicaron a los operadores la necesidad de revisar los mecanismos del robot y reforzar algunos detalles para evitar que esto vuelva a ocurrir.
Ante situaciones como esta, no pocos piensan en las historietas de ciencia ficción que advertían de un futuro donde los robots podrían rebelarse en contra de sus amos, y ahí volvemos al asunto del valle inquietante y otras cuestiones que no siempre están dispuestas a discutirse.
Moraleja: la tecnología puede ser impredecible y ha de ser respetada.
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