¿Se avecina una nueva crisis a lo interno de Twitter?
Pobre Twitter. Se ha pasado la mayor parte de 2022 siendo noticia, y no por nada bueno.
Quienes han dado seguimiento a esta historia saben que la novela -que ya pasó a ser circo- empezó en marzo pasado cuando su ahora dueño Elon Musk empezó a cuestionar el manejo y la existencia o no de una verdadera libertad de expresión en esa plataforma.
A esta primera bola que tiró Musk siguieron ocho meses de intenso drama al más puro estilo de un culebrón mexicano, con proposiciones, rechazos, abandonos y reconciliaciones de un lado y del otro.
Parecía que la novela había llegado a su fin cuando el 27 de octubre finalizó la manida adquisición, pero esto no fue más que el inicio de un nuevo capítulo todavía más intenso y absurdo.
Lo que ha pasado en esa compañía desde ese entonces da para escribir un libro de cómo no manejar una empresa, pues ha habido despidos masivos, recontrataciones, rebeldía y, sobre todo, muchas decisiones tan impulsivas como ilógicas, como fue el caso de la supuesta democratización de la marca de verificación.
La implementación inicial de la marca bajo Twitter Blue, a un costo mensual de 8 dólares, no tardó en convertirse en un caos y en demostrar lo malo que era ese enfoque de democratizar una característica que estaba reservada a cuentas debidamente identificadas y consideradas de algún valor.
Desde que Musk tomara el mando de Twitter, no pocos han decretado su eventual desaparición, no porque sea un mal producto, sino por la locura e irracionalidad de su nuevo dueño.
Tan tortuosos han sido estos casi dos meses que Musk, sea por motu propio o por presión de la junta directiva, decidió hacer una encuesta en Twitter este domingo 18 donde preguntaba si debía dejar el cargo de CEO de la compañía.
Quizás para su propia sorpresa, más de 10 millones de los 17.5 millones que votaron dijeron SÍ, ABANDONA EL CARGO. Siendo el caso que Musk acompañó su encuesta con la promesa de acogerse al resultado, falta ver si, en efecto, dimite.
Para una empresa que ha sufrido tantos cambios en menos de dos meses, cambiar de CEO, aun si el actual es malo o no está en condiciones de seguir en el cargo, es un golpe fatal que tan solo ahonda una crisis marcada por las controversias y las decisiones irracionales.
Pese a que su grito de guerra fue siempre “libertad de expresión”, en los últimos días Musk se ha dado a la tarea de suspender cuentas de plataformas rivales y de limitar o prohibir el acto de compartir tuits de plataformas de terceros. ¿Es normal esto? Para nada.
Puede que los que dicen que Twitter tiene los días contados tengan la razón, después de todo. Una pena.
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