¿Quién regula a las redes sociales?
En redes sociales se ve de todo. Hay gente que y cuentas que aportan informaciones valiosas, otras, desafortunadamente, solo saben esparcir noticias falsas y rumores malintencionados. Se ve igualmente una cantidad inusitada de insultos, chismes y ofensas que llegan a lo personal, todo mezclado con promoción de ciertas ideologías y hasta pornografía, aun cuando esto último supuestamente está prohibido en los términos y condiciones de las principales plataformas en uso.
¿Quién regula las redes sociales? Esta es una pregunta que por años se ha planteado, pero su respuesta no es para nada sencilla. De entrada, se asume que las redes sociales son espacios que apuestan a la libertad de expresión, y un problema típico de la gente es que se tiende a confundir esta libertad con libertinaje.
Quejas constantes respecto a la falta de educación del público que puebla las redes sociales han llevado a plataformas como Facebook, Twitter e Instagram a imponer reglas y a probar mecanismos que tienen por objetivo bajar la intensidad de los insultos y el odio que por allí se destila.
Los trolls, lo mismo que los bullies, son figuras legendarias dentro de las redes sociales, pero en los últimos meses, se ha dado un fenómeno curioso: las propias redes se han convertido en estas cosas, o al menos es lo que se viene denunciando desde hace meses.
Un primer indicio de esta situación se vio hace aproximadamente un año, cuando el expresidente estadounidense Donald Trump les declaró la guerra. En aquel entonces, unos tuits del exmandatario fueron marcados como desinformativos por Twitter, propiciando una reacción típica del personaje.
Como muchas de sus amenazas, lo de Trump y las redes sociales no llegó a nada, pero el incidente sí sentó las bases de un comportamiento de parte de las redes sociales que hoy es cuestionado y hasta considerado peligroso.
Tras varios meses de enfrentamientos pasivos, Twitter y Facebook finalmente bloquearon a Trump en enero de este año, específicamente después del lamentable incidente registrado en el Capitolio. Hoy, el señor Trump sigue impedido de usar estas plataformas, pero el asunto no quedó ahí: se ha denunciado por meses un nivel de censura y de bloqueos que afectan a políticos, periodistas y otras figuras que no siguen la línea de ciertos discursos e ideologías.
Contrario a la “libertad de expresión” por la que abogaban en un principio, de repente es un pecado en Twitter, Facebook y otras plataformas emitir comentarios contrarios a movimientos como Black Lives Matter, lenguaje inclusivo y la cuestión de géneros no binarios.
Las quejas abundan respecto a la aparente imposición de agendas específicas en estas redes, y un grupo particularmente afectado en Estados Unidos es el de los políticos y figuras prominentes de la radio y la televisión, con incidentes bien documentados.
Legisladores de la Florida aprobaron en días pasados una ley que castigará a las redes sociales por censurar o, incluso, prohibir la participación de políticos en sus plataformas por no alinearse a ciertos temas. Esta contempla multas de hasta 250 mil dólares por día y es extensiva a empresas periodísticas afectadas por el rol regulador que han asumido desde hace más de un año estas redes, rol que no les compete en vista de ciertos privilegios que les otorgan inmunidad respecto a la responsabilidad legal sobre lo que comparten por esa vía sus usuarios. Por supuesto, hay quienes critican la ley aprobada en la Florida, llegándose a decir, incluso, que es inconstitucional.
Se acusa a las redes sociales -con evidencia- de censura, pero sucede que no terminan de poner orden en lo que respecta a insultos, chismes y rumores malintencionados. ¿Seguirán otros estados los pasos La Florida? Quizás no sea esta la mejor forma de abordar un problema que, a la larga, afecta de manera global.
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