¿Qué es un influencer?
Las redes sociales están repletas de influencers. Los encontramos opinando en Twitter, ofreciendo consejos en Instagram y haciendo piruetas en TikTok.
Debido a que los influencers son -usualmente- personas reales, también los encontramos en lanzamientos y en otros eventos, usualmente organizados por alguna marca con la que trabajan.
Pese a su omnipresencia, o quizás por esta misma causa, el concepto de “influencer” hace rato que cae mal, llegándose a cuestionar su validez.
Aunque la pregunta que sirve de título a este artículo parece sacada de 2013, cuando las redes sociales estaban en su boom inicial, todavía hoy se hace difícil explicar qué exactamente es un influencer.
A simple vista, la respuesta parece obvia: un influencer es aquel que tiene influencia. Redundante y simple respuesta, pero la cuestión va mucho más allá.
Hay influencers, y hay “influencers”. Hay gente que, por su posición en la sociedad, es respetada. Puede ser que sean intelectuales, que sean filántropos o que ofrezcan sabiduría al emitir opiniones tan neutrales como balanceadas. Es lo que se llamaría gente con la cabeza bien puesta, como dicen popularmente.
Una persona con estas cualidades, capaz de influenciar el giro que toman temas de interés nacional (y hasta mundial), sería el modelo ideal de influencer. Sin embargo, en el mundo superfluo de las redes sociales, esto no es lo que vale.
En este mundo digital en que vivimos inmersos, un influencer es aquel que tiene muchos seguidores y muchas vistas, sin importar que tan malo o vacío sea su contenido.
Instagram, YouTube y demás han demostrado que la basura superficial vende. Un video bien hecho, desarrollado para aportar conocimientos, queda enterrado bajo los miles de videos vacíos -pero controversiales- que se suban a las redes sociales. En base a métricas tan vanidosas como likes, views (nadie dice “vistas”) y seguidores se determina que esos son los influencers, y fin de la discusión.
¿A dónde nos lleva esto? La respuesta está a la vista. Vivimos en un momento en que gente cuestionable es llamada “influencer” por autoridades del orden, aun cuando incitan a lo mal hecho y a los antivalores.
Como sociedad no se puede progresar cuando estas personas, famosas por lograr una presencia digital en base a controversia y vulgaridad, son las que influencian el pensamiento de las masas.
Podemos echar la culpa del fenómeno a quienes consumen estos contenidos alegremente, pero, en realidad, las propias redes tienen gran parte de la culpa por manipular tendencias a través de algoritmos que son los que advierten el alto tráfico asociado a esos materiales vacíos y de poco valor.
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